TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Masacres de personas en diferentes confines de la patria siguen sacudiendo y dejando en ridículo a las autoridades gubernativas que, por un lado, se ven torpes de atinar el destino e identidad de los hechores y, por el otro, de que el mundo nos mire como una selva, donde se mata sin piedad, sin el mínimo respeto a la vida y al frágil sistema de mandos.
Hace unos meses, las escandalosas cifras de 85 muertes al mes por cada 100 mil habitantes bajaron entre 45 a 48. Empero, las últimas semanas, el crimen repuntó y desdibujó los lujos de lucha contra la delincuencia donde, insistimos, la ATIC y la DPI se tasan, por razón secreta, la ensalada de asesinatos, con efectos casi nulos. ¿Es puro colorete?
VEA: Artículo de Octavio Carvajal: ¡Vacas sagradas!
Pisto
Es hasta cierto punto vergonzoso que el “tasón” sirva, pensamos, para que sinfín de policías y militares, a bordo de pompas, escuden a parásitos cercanos al poder, desde periodistas, jueces, diputados y funcionarios de media y alta categoría. Aquí no es de hacerse el loco, sino de dar explicaciones serias ante la escalada criminal.
Parece que estamos viendo un pique de dónde matan más. Vamos de tres en tres y de cuatro a siete víctimas. Por todos lados salen los matones y nadie aclara si es un “concierto” o una campaña sistemática de adentro o de afuera para crear un terror general. Asesinan mujeres, hombres, niños, adultos y aquí no ha pasado nada. ¡Feliz Navidad, don Julián!
En la chalana se van de distintos estratos. El teatro se presta para todo tipo de dudas. Nadie pegado en las mieles del poder suelta prenda de nada.
Incapaces
Más de 50 personas han sido asesinadas
en varios hechos. En unas cuatro, en otras siete víctimas.
La Policía y la ATIC no aciertan por incapaces, ¿o?
|
La mayoría de crímenes pasa al olvido en medio de un chorro de baúles con víctimas que nos dejan atónitos por el extremo salvajismo con que les quitan la vida. No existe un ápice de piedad.
Y no es que seamos el único país del globo donde hay matanzas, pero toca hablar de nosotros y no de Evo, de Trump, de Nicolás Maduro, de Piñera, de Duque o de quien sea, eso solo lo hacen los fanáticos cuando les encaja a sus gañotes. La brutalidad con que se ejecuta aquí una cadena de asesinatos es inexcusable. Es lluvia de muertos, no de confites.
Mudos
Las más frescas matanzas erizan los pelos a cualquiera. Entran armados hasta los dientes, con vestimenta similar a la que usan policías o de la ATIC. Nadie vio nada, nadie oyó nada. No obstante, todo o medio mundo calla ante la vorágine de homicidios. Si las alarmas no se activan en los mandos pues hay que mandarlos al carajo. Ya boten los coloquios en hoteles lujosos, sacúdanse la pachorra, que su silencio e ineptitud no sean sinónimos de complot.
Si JOH aún oye, debe, como dice él, hacer lo que tenga que hacer. Citar a sus cercanos para que expliquen, sin tientos ni rodeos, el por qué se dispararon las cifras de asesinatos que botan la imagen del país y las estadísticas oficiales. El crimen está matando donde sea, a la hora que sea, sin importar quién o quiénes sean, esa es la triste realidad.
Que nadie busque más y tontas excusas, que meramente se cante y se acepte la aflicción. No digan nunca más “lo único que sabemos es que no sabemos nada”. Que el poder no les mate la verdad.
ADEMÁS: Artículo de Octavio Carvajal: JOH y sus enemigos