Jerusalén, Israel
El Muro Occidental o Muro de Los Lamentos es uno de los lugares más importantes, concurridos y sagrados de Jerusalén, debido a que tiene una considerable cantidad de anécdotas, leyendas y tradiciones entre las que sobresalen los sufrimientos y dolores de Israel.
Una de esas leyendas reza que cuando las legiones del emperador Tito destruyeron en dos ocasiones el primer templo que fue construido otras dos veces, solo una parte del muro exterior quedó en pie. Tito lo dejó así para que los judíos tuvieran el amargo recuerdo de que Roma había vencido a Judea. Los judíos, sin embargo, lo atribuyeron a una promesa hecha por Dios, según la cual siempre quedaría en pie al menos una parte del sagrado templo como símbolo de su alianza perpetua con su pueblo.
También fue conocido en cierto momento como Muro de los Pobres debido a que se presume, era el lugar indicado para obtener respuesta a ciertas súplicas, pero tiene más relevancia el hecho de que cuando se determinó realizar su construcción, la mayor parte de obreros que se contrató fueron pobres, debido a la carencia de albañiles.
Empero, lo que no cabe duda es que después de más de dos mil años, el Muro de los Lamentos sigue siendo el centro del mundo espiritual y muchos aún lo ven con el principal medio de transmisión divina con Dios.
¿Por qué el Muro de Los Lamentos?
Este muro es un claro símbolo del pueblo judío, quien ha sufrido a lo largo de muchos años varios embates por ser destruido.
Así como el muro sobrevivió y se mantuvo de pie a pesar de ser derribado en al menos dos ocasiones cuando en sus inicios era denominado el Templo de Salomón, lo que mayor fuerza le dio tanto al muro como a su gente es que cuando Dios hizo su alianza con Abraham dijo que este sería eterno, asegurando con esto la existencia eterna del pueblo judío y su descendencia.
Visita a Jerusalén
Cabe señalar que los judíos han rezado frente a este muro durante los últimos dos siglos que registra la historia, creyendo que este es el lugar más accesible y sagrado de la Tierra.
Para fortuna de EL HERALDO, nuestra visita en Tierra Santa coincidió con un evento muy especial, ya que fue el día de la semana en que tocaba lectura pública del pentateuco, es decir los cinco primeros libros de la Biblia, que en la tradición judía es cuando se celebra el bar mitzvah o “hijo de mitzvá”.
Esta es una ceremonia en la que se le celebra a los varones de 13 años, el proceso de pasar de niño a adulto y adquirir con esto nuevas responsabilidades. Esta madurez se celebra desde la Edad Media, y es muy popular desde entonces, es una ceremonia festejada en grande por familias completas.
Luego de ser testigos de esta magna festividad, nos adentramos hasta donde se encuentran las paredes de este inmenso monumento construido cerca del 19 a. C. para encontrarnos entre sus ranuras, cientos y cientos de papeles que contienen infinidades de plegarias de un pueblo creyente en la fe, pero de diferentes razas y naciones.
Se cree que una vez que cada súplica es dejada en el muro, la petición de esta persona es casi un hecho que será respondida.
El Muro Occidental no solamente refiere a la pequeña sección de 60 metros expuesta en la zona judía, sino a toda la pared de 488 metros de largo, en su mayoría tapada por los edificios del Barrio Musulmán.
Las piedras del muro se caracterizan por su tallado cuidadosamente elaborado, tienen un marco bajo el relieve de la piedra, cortado con tal precisión, que están colocadas sin cemento.
Sin duda que para muchos, los restos de este magnífico monumento son un recuerdo permanente de la existencia de Dios, donde además de ser un centro glorioso de oración, lágrimas y peregrinación,
Una de las tradiciones que se maneja es que quien se encuentre fuera de la tierra de Israel debe de hacer sus plegarias con el corazón en dirección a Jerusalén, de esta manera los ruegos se frenan en el Muro de los Lamentos y de allí, son ascendidos directamente al creador del Universo.