TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Un 17 de junio de 1967 el cielo fue testigo del natalicio de Glenn Augusto Blackburn, un hombre destinado a dejar una huella indeleble en el periodismo, el cine y los corazones de quienes compartieron con él o simplemente admiraron su trabajo a través de una pantalla. Pero este jueves ese mismo cielo lo reclamó, llevándose con él un alma apasionada y comprometida con las causas más nobles.
Más allá de la comunicación, su inquietud creativa lo condujo al mundo del cine, en donde encontró otra vía para expresar su profundo entendimiento de la condición humana, convirtiéndose en un actor cuya pasión y entrega lo volvieron un nombre recurrente en el Festival Internacional de Cortometrajes EL HERALDO.
Su debut en el evento fue con “Spanto” (2013), una obra que catapultó su trayectoria cinematográfica, interpretando —desde ese momento— muchos más personajes que, al igual que él, buscaban descubrir y exponer.
Con los años, Blackburn continuó dejando su impronta en el festival. Su actuación en “El Chacal” le valió, en 2014, el galardón a Mejor actor, y su último contacto con el evento ocurrió en 2016, cuando hizo una aparición especial en “Reclusivo”, bajo la dirección de Nestor Irías, quien lamentó no haber hecho una última colaboración junto a Blackburn antes de su muerte.
A pesar de que el tiempo había transcurrido, su presencia seguía irradiando la misma energía que lo caracterizó. “Siempre que lo encontraba me saludaba y se alegraba”, relató Irías.
Ahora, con su partida, se apaga una voz que durante años luchó por unos y aconsejó a otros. Familiares, amigos y colegas lamentan su muerte, pero también celebran la vida de un hombre que supo ganarse el respeto y la admiración de la comunidad artística, cinéfila y también política.
“Tengo que admitirlo, esta no me la esperaba. Casi 30 años de amistad. Nos dejaste nostálgicos, con gratos recuerdos y una sonrisa. Sin duda tu personalidad te hacía ser el alma de la fiesta. Siempre carismático y bullicioso”, lamentó el director de cine Francisco Andino.
Mientras que su colega, Michael Bendeck, dedicó un sentido mensaje: “Gracias por el gran talento y la amistad que diste a cada artista, bohemio, político y loco que tuvo la dicha de conocerte o compartir contigo en escena. Siempre diste el todo. Qué pronto te fuiste”.
Así, Blackburn se despide, no con un adiós, sino con un hasta luego. Porque aquellos que vivieron con tanta pasión nunca se van del todo. Permanecen, en los personajes que encarnaron, en las páginas que escribieron y en los corazones de quienes, al recordarlos, sienten paz y una profunda admiración.