Estos espacios se caracterizan por ofrecer la mejor comida callejera, que va desde pollo frito, dumplings y salchichas típicas de Taiwán preparadas a la parrilla hasta calamares, tofu y diferentes tipos de sopas. A pesar de tanta variedad, ante mis ojos lo más tentador son los helados.
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Desde las 4:00 de la tarde hasta las 2:00 de la madrugada, que es cuando suelen cerrar la mayoría de los negocios, los turistas pueden recorrer cientos de puestos que ofrecen diferentes productos y artículos de regalo a precios muy bajos. A lo largo del mercado hay artesanías, juguetes, ropa y mucha tecnología.
En cada esquina también destacan los populares spa. Ahí, con rótulos llamativos, unas señoras muy sonrientes ofrecen paquetes que van desde los 1,000 dólares taiwaneses y la recomendación es que pague por una experiencia que usted ¡no debe haber probado nunca! Después de un placer culinario es obligatorio darse un buen masaje. Y no tiene nada que ver con un barrio rojo. Los empleados de los spa tienen una destreza insospechada en las palmas de las manos... solo se colocan unos guantes de látex y se las ingenian para regalar bienestar.
El mercado nocturno de Shida o el de Shilin son verdaderamente famosos entre los turistas por la amabilidad, predisposición a ayudar y respeto absoluto de los taiwaneses. Aunque son pocos los que dominan el inglés y prácticamente nulos los que entienden el español, no dudan en suplir esas carencias con su gran simpatía y calidez. Es muy fácil que, en un paseo planificado para conocer los mercados nocturnos, se encuentre con varios coloridos templos, llenos de detalles y representaciones de dragones. Sus numerosos museos, parques, zonas comerciales y demás oferta cultural convierten a Taipéi en un destino ideal para perderse por sus calles y sorprenderse con los diferentes lugares emblemáticos.
Paseos seguros
Aunque mi recorrido inició a las 11:00 PM el ambiente no era tenso y todos lucían relajados... como si la inseguridad no existiera. Caminé unas cuadras más y para mi sorpresa confirmé que así era. En el interior de un vehículo, sin vidrios polarizados, un celular de alta gama sobresale del tablero. Lo más increíble es que ningún policía merodeaba la zona tratando de “cazar” infractores; eran los mismos vecinos quienes vigilaban el cumplimiento de las buenas costumbres, simplemente porque ese es su estilo de vida. Y no es que en los mercados nocturnos no existan los policías, es que en Taipéi las protagonistas de la seguridad son las cámaras, monitoreadas todo el tiempo.
Desde muy pequeños, los taiwaneses son educados para comportarse bien dentro y fuera de su casa, proteger su ciudad del desorden, la suciedad y los malos hábitos culturales. Los resultados de esta pedagogía saltan a la vista: durante mi estadía observé calles sin basura, incluso frente a los restaurantes y afuera de los mercados nocturnos, donde abundan las mercancías; paredes libres de marcas de aerosol, peatones que cruzan las calles sin el temor de ser arrollados y cientos de motociclistas que se mantienen a la derecha.