El privado de libertad, una de las 18 víctimas de la matanza que ocurrió la noche del viernes en el centro penal de Tela, Atlántida, estaba contento porque en Navidad abrazaría a su hija de dos años.
La mujer es una de las decenas de familiares de los reos asesinados dentro de la cárcel que este sábado aguardaban desesperados fuera de la Dirección de Medicina Forense de San Pedro Sula para que les entregaran el cuerpo de su ser querido y darle cristiana sepultura.
Yurani narró entre lágrimas que su compañero de hogar tenía dos años de estar preso, acusado de los delitos de portación ilegal de arma y robo. En marzo de 2020 iría a juicio.
“Como el trámite para obtener un carné de visita lleva tiempo no lo mirábamos desde hace tres meses”, dijo la mujer con los ojos llenos de lágrimas.
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Mientras, a su lado, en una fría banca de cemento, otros familiares esperaban que los vehículos de la morgue, que salieron de la ciudad de Tela, llegaran con los cuerpos.
Los primeros siete cadáveres ingresaron a Medicina Forense a eso de las 10:00 de la mañana. Apenas se estacionó el vehículo y los parientes se acercaron con la esperanza de que fueran los de sus seres queridos.
El llanto y los rostros de desesperación iban en aumento a medida que pasaban las horas. Pero el trámite de identificación era lento, primero había que comparar las huellas dactilares de los muertos con los padrones que enviaron las autoridades del Registro Nacional de las Personas (RNP).
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