TEGUCIGALPA, HONDURAS.-“Joel no, Joel, por favor, levántate de ahí, Joel, dejame por favor, yo tengo que verlo”, fueron las palabras que exclamó en medio del llanto desgarrador la compañera de hogar del operario del transporte urbano asesinado el jueves en la capital.
Con su hija de cinco años en brazos, producto de su relación con Ronmel Joel Zambrano Zelaya, la joven mujer contemplaba el cuerpo sin vida de su esposo en el asiento del autobús que laboraba a diario.
Eran alrededor de las 5:45 de la mañana cuando Ronmel Joel transitaba por el bulevar Fuerzas Armadas, a la altura de la colonia El Progreso, en la unidad con registro 972 de la ruta El Carrizal-UNAH-La Sosa. De repente, por el retrovisor observó que una motocicleta venía atrás del bus y tuvo una temeraria corazonada. De ayudante lo acompañaba su sobrino, Joel le dijo al joven: hágase para atrás que parece que nos vinieran siguiendo. El muchacho hizo caso al llamado de su tío y se fue para los asientos cercanos a la puerta de acceso al bus. Un pasajero en el autobús 972 conducido por Joel le pidió que lo bajara en la bahía ubicada a la altura de la colonia 21 de Febrero. Como si lo presintiera, Joel no se metió a la bahía sino que detuvo su marcha unos metros adelante, en el desvío a Vegas del Country.
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El instante del ataque mortal
En el mismo instante que se detuvo, la motocicleta se puso al par del autobús y la persona que viajaba de pasajero desenfundó un arma y comenzó a disparar directamente contra la humanidad de Ronmel Zambrano. Las primeras hipótesis indican que quien disparó fue una mujer o, en su defecto, un hombre con vestimenta y cabello similar al de una fémina. Los primeros tres impactos dieron en el vidrio lateral de la unidad de transporte, mientras que otros tres horadaron el vidrio frontal con más precisión hacia su objetivo; la humanidad de Ronmel Zambrano.
Mareros dejaron un teléfono
Por la cercanía de una de sus sedes, paramédicos de la Cruz Roja Hondureña llegaron en pocos minutos al lugar del incidente y a pesar de que hicieron lo humanamente posible, el motorista expiró rápidamente.
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Información en poder de la Policía establece que el lunes 12 de octubre, un pandillero dejó un teléfono celular en la terminal de buses de El Carrizal, pero nadie tomó el aparato para contestar la eventual llamada que haría esa pandilla para ponerse de acuerdo con las extorsiones. En represalia, esta pandilla ejecutó al primero que tuvo oportunidad de hacerlo. Ronmel tenía 20 años de trabajar en el rubro del transporte, y era originario de Pespire, Choluteca.
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