A las oficinas de la Unidad Antiextorsión de la Dirección Nacional de Servicios Especiales de Investigación (DNSEI) cada doce horas ingresa una nueva denuncia de extorsión.
Esto debido a los 708 hondureños que, según cifras oficiales, durante el año 2012 permanecieron sumidos en este flagelo, o sea una relación de dos personas afectadas cada 24 horas.
De este total, solo 158 fueron capturados y apenas 94 casos fueron judicializados, es decir, que los presuntos responsables de los delitos guardan prisión en cárceles del país.
Según datos estadísticos que maneja la DNSEI, en el 2010 las denuncias recibidas fueron 14, hubo seis detenidos y solo tres casos judicializados. En el año 2011, un total de 138 personas interpusieron denuncias.
A pesar de las crecientes cifras que se han reportado a lo largo de estos tres años, las autoridades lo interpretan como una mayor confianza de parte de la población para interponer denuncias.
Sin embargo, lo que es evidente es que estas bandas extorsionadoras tienen en jaque a comerciantes, empresarios del transporte, motoristas, pulperos y ahora hasta ciudadanos comunes, que son obligados a pagar una renta bajo amenazas de muerte.
Presente año
En los primeros dos meses de 2013 también se mantiene la tendencia en las estadísticas de que cada 12 horas una denuncia es interpuesta ante el ente policial.
En lo que va del año ya se registran 115 denuncias en el lapso de 60 días. Es decir, dos al día. De este total, 65 denuncias fueron en el mes de enero y 50 en febrero.
También se reportan en 2013 más de 37 capturados y 16 casos enviados a la Fiscalía y a los tribunales de justicia.
Un oficial de la DNSEI, que prefirió el anonimato, contó a EL HERALDO que en una de las capturas más recientes se evitó el pago de varios miles de lempiras solo en una semana.
De víctimas a victimarios
Contrario a lo que ocurría en años anteriores, en que los principales protagonistas de la actividad delictiva eran las dos principales maras que operan en el país, ahora han surgido otros grupos de maleantes. Incluso, a finales de 2011 se puso al descubierto cómo policías activos era partícipes de estas bandas extorsionadoras.
Un oficial ligado a la unidad de inteligencia policial reveló que han surgido nuevas agrupaciones que se dedican a la extorsión, además de bandas que antes asaltaban, secuestraban, robaban vehículos y que no son mareros, ahora operan en la extorsión. “La experiencia nos ha indicado que hay delincuentes comunes que se agrupan para delinquir y que no tienen nada que ver las pandillas”, expresó.
Prosiguió que muchos de esos delincuentes utilizan la bandera de identificación de que son pandilleros para infundir miedo y lograr el cobro de la cantidad de efectivo que exigen. En ese contexto, explicó que han descubierto casos en que individuos que en determinado momento fueron víctimas, ahora se han convertido en extorsionadores, sobre todo en el sistema de transporte público.
Muestra de ello, dijo, es que se ha capturado a una gran cantidad de personas que son conductores o ayudantes de transporte urbano o interurbano y que tienen vínculos al cobro del denominado “impuesto de guerra”.
Pago de la extorsión
Ante la guerra que las unidades de inteligencia policial le han declarado a las bandas de extorsionadores, los cabecillas buscan la forma más segura para recibir el dinero y evitar caer en manos de la autoridad.
Entre las nuevas estrategias que utilizan están el uso de cuentas bancarias, donde ellos piden a las personas bajo amenazas que depositen el dinero, aunque siempre existe el cobro personalizado en que citan a la víctima a determinado lugar y le reciben la suma acordada. También está el sistema de recargas y otros medios facilitados por empresas de telefonía para el envío de circulante.
“Hay dinero que trasciende fronteras por medio de algunos depósitos en instituciones financieras que van a ser cobradas en el extranjero”, prosiguió la fuente policial. Un afectado confió a EL HERALDO que, específicamente, en la colonia San José de El Pedregal hay un cabecilla de una mara que cada semana les envía diferentes números de cuentas de instituciones bancarias para que hagan los depósitos. Al referirse a él como “El Grandote”, lo describió como un marero que tiene el rostro cubierto de tatuajes y lo demás del cuerpo lo desconoce.
El oficial confirmó que se han dedicado a trabajar de lleno en Tegucigalpa, pero que en los próximos días extenderán las operaciones a otros lugares, porque esas son las instrucciones del alto mando de la Policía Nacional.