TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La situación caótica de los centros penales y del sistema carcelario nacional, según conocedores en la materia, radica principalmente en una sola cosa; la colusión.
Durante el último mes, distintas cárceles fueron escenarios de asesinatos y atentados, además de descubrir redes completas de acceso a internet.
El criminalista y abogado Gonzalo Sánchez es del criterio que “esto no es de ahorita, para mí, y es la vox populi, el personal que labora dentro de esas instituciones está coludido con los privados de libertad”. Pero, ¿por qué se coluden?, se pregunta Sánchez. “Primero, el dinero, cuánto no les pagarán por ingresar un arma de fuego, por ingresar droga al interior del penal; una gran cantidad de dinero”, argumenta.
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El experto en temas de seguridad arguye que “si tienen tantas medidas de seguridad, cámaras, detectores de metales, por qué entonces se están dando esas cosas, qué pasa con los jefes, qué pasa con los directores y se están cambiando a menudo”.
Sánchez asegura que “si no tuvieran la colusión de empleados de esas cárceles, no pudieran ellos (reos) ingresar absolutamente nada”.
Los hechos son reiterativos y no cesan, pero “cómo es posible que cuando uno de abogado va a los centros le revisan todo, le pasan el escáner y entonces cómo es que entra un AK-47”, dice Sánchez.
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Urge un desarme general
Hugo Maldonado, coordinador del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (Codeh), considera que “sigue pasando lo que siempre ha pasado, no se trata de contar muertos ni lavar la sangre de los heridos”.
El defensor de derechos humanos asevera que “hay una amistad manifiesta entre los custodios penitenciarios (militares) y los reos”.
Recomienda que urge un desarme general en los centros penitenciarios.
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