TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Él me contó que los pusieron a cargar mochilas y que comió pescado...”
Esa fue la última conversación entre Walter Bautista y su hijo, Kevin Mejía, quien falleció la tarde del lunes 19 de septiembre tras pasar varios días ingresado a consecuencia de un extraño episodio en la Academia Nacional de Policía (Anapo).
Kevin Jackniel Mejía Sánchez, de 29 años de edad, era un médico cirujano que intentó ser parte de la Policía Nacional, pero que se sumó al listado de fallecidos producto de una tragedia ocurrida con los aspirantes a la Academia.
Tanto su hígado como sus pulmones ya no soportaron y se convirtió en el tercer fallecido de la bienvenida mortal que hace dos domingos les dieron en la Anapo. Era padre de familia, esposo e hijo.
Su vida se desvaneció en la UCI del hospital San Jorge de la capital hondureña, donde recibía atención médica.
Un grupo de profesionales universitarios decidió ingresar a la Academia Policial a un curso corto que les permitiría ser oficiales auxiliares, sin saber que viviría un episodio similar a la intoxicación, pero que las autoridades no terminan de esclarecer.
Tras lo sucedido, EL HERALDO Plus sostuvo una conversación con el adolorido papá de Kevin, Wilfredo Bautista, quien demostró su descontento con el gobierno por no comunicarse con él y por tener una dosis de culpa en esta tragedia.
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“Estoy totalmente destrozado. Afortunadamente asistimos a la iglesia y las oraciones nos han ayudado”, aseguró don Wilfredo.
Sin embargo, en medio de su dolor, dijo que a su hijo lo recordará como “la estrella que fue y como el seguidor número uno de Olimpia y Real Madrid”.
“Es una estrella que Dios me prestó”, insistió.
No es para menos, pues don Wilfredo, quien hace muchos años reside en Estados Unidos, no olvida que “era él (Kevin) quien me ayudaba cuando necesitaba un trámite en Honduras”.
La voz ruda de don Wilfredo se rompió cuando recordó la última llamada con su hijo. “El lunes de la semana pasada hablamos por últimas vez. Después del incidente hablé por videollamada. Ese día en la madrugada recobró la conciencia, sus facultades mentales estaban bien”, rememoró a EL HERALDO Plus.
La pesadumbre de don Wilfredo toma más fuerza cuando se acuerda que su nuera está embarazada y lleva siete meses de gestación. ”Era el segundo hijo que iba a tener Kevin. ¡Ay, Dios mío, qué dolor!”, lamentó.
Pese a la aflicción, el papá de Kevin reclamó que hasta hoy ni las autoridades de la Academia Nacional de Policía ni otros funcionarios de gobierno se han comunicado con él.
“La presidenta (Xiomara Castro) que se pongan en los zapatos de uno. Me gustaría que el Estado y la Academia respondan”, declaró Wilfredo.
Aunque el sufrimiento para la familia de Kevin es grande, para don Wilfredo es algo que el destino ya tenía escrito. “Él desde el año pasado hizo las pruebas, pero fue hasta este año que se le dio oportunidad, entonces el destino ya le tenía esto escrito”, interpretó.
Reveló a este rotativo que Kevin fue a la Anapo por tener algo más seguro. “Él tenía dos negocios y trabajaba hasta turnos seguidos día y noche. También fue por la promesa que le daban en la Anapo para tener un poco mejor de estabilidad laboral”.
Con Kevin ya son tres las víctimas del extraño episodio en la Anapo que llegaron con la esperanza de un futuro prometedor, pero se encontraron de frente con la tragedia.