La historia parece tomada de las historietas del Inspector Gadget o del Elefagente secreto, pero cualquier parecido será pura coincidencia.
Esta mañana, en Tegucigalpa, la capital de Honduras, un agente de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC) creyó haber frustrado con asombrosa habilidad el robo de su propio vehículo.
El intrépido agente había llegado a una tienda de conveniencia, en una gasolinera ubicada en el sector de La Cañada, anillo periférico, para comprar un refresco y un sobre de chicles.
Después de tomarse el primer trago y en lo que el refrescante líquido corría por su garganta, observó que su vehículo empezaba a moverse.
Con una destreza solo vista en las películas de acción, el agente desenfundó su arma, apuntó con pericia de francotirador y en cuestión de segundos había perforado a tiros su propio vehículo hasta que el mismo detuvo la marcha.
Según la versión de testigos, el agente corrió hasta su carro, apuntando con su arma de reglamento hacia el asiento del conductor. Al abrir la puerta, y cuando estaba listo para leerle sus derechos al osado ladrón, este “inspector Gadget hondureño” o “Elefagente secreto” se llevó la sorpresa de su vida.
En la cabina no había nada más que asientos, timón y una palanca de emergencia sin meter.
El carro en realidad se había desengranado.
El agente, apenado, se subió a su carro completamente perforado y se fue sin tomarse ni un trago más de la refrescante bebida, ni siquiera para pasar el trago amargo de este día.