Luciendo lentes de aumento, con voz entrecortada pero sin lágrimas en sus ojos, la fiscal María Auxiliadora Sierra reveló ayer que abandonó el país por temor a que le hicieran daño.
Pero en su testimonio fue más allá al afirmar que Kevin Joshua Solórzano es el “sicario” que le apuntaba a la cabeza con un arma de fuego, el pasado 11 de noviembre, día que su esposo Edwin Eguigure fue asesinado de 40 puñaladas y dos disparos en la cabeza, hecho ocurrido en la aldea El Chimbo, Santa Lucía.
En su declaración, transmitida ayer en HCH, la funcionaria del Ministerio Público sostiene que los tres sicarios no ocultaron sus rostros porque la intención de ellos “era acabar con la vida de todos nosotros”, ya que el crimen fue cometido frente a ella y sus dos hijos menores.
“Existen los milagros y no lo logran, no logran terminar con nosotros”, dijo.
La fiscal sostiene que es el día en que detienen a Kevin cuando se da cuenta que vivían en la misma aldea.
La profesional del derecho afirmó que fue en la audiencia inicial cuando reconoció “al sicario (Kevin) que tengo al frente mío de cuyo rostro nunca olvidaré, se podrán imaginar que hay sucesos en la vida que nunca se olvidan”.
La ahora viuda acusó a los medios de comunicación de montar una campaña de descrédito por las acciones realizadas por Fusina (Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional), Policía Militar, así como las investigaciones hechas por el Ministerio Público.
“Dentro de dicha campaña se me denigra a mí como persona por ser funcionaria pública, en este caso por ser fiscal auxiliar, por ser testigo del asesinato de mi esposo y también por ser víctima de un atentado criminal”. Aseguró que se siente agradecida con Dios por mantenerla con vida para ver crecer a sus hijos.
Por su parte, el director de fiscales, Rolando Argueta, aseguró que el Ministerio Público no realiza una persecución contra el universitario y que de demostrar su inocencia en los tribunales, ellos mismos pedirán su libertad. “Si llega un momento en que las pruebas científicas indican que él no tiene ninguna participación, nosotros mismos como Ministerio Público, por el principio de objetividad, estamos obligados a pedir su excarcelación y el sobreseimiento definitivo provisional de la causa”, manifestó.
Denuncian amenazas
Al respecto, José Solórzano, padre de Kevin, afirmó que su hijo es inocente ya que existen testigos que presenciaron el crimen y observaron a los sicarios, pero que no han declarado ante un juez por intimidaciones realizadas por los miembros de Fusina.
Sostuvo que los militares han visitado a las personas que pretendían declarar a favor del universitario. A estos, les dijeron que Kevin los estaba involucrando en el crimen, por lo que no debían declarar a su favor.
Mientras Ana Hernández, madre del acusado, junto a sus otros dos hijos se presentó ante el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh), para denunciar que están recibiendo amenazas a muerte para evitar que sigan dando declaraciones ante los medios de comunicación.
“Los que corremos peligro somos nosotros. Nosotros tenemos las grabaciones de las personas que han mandado a Melissa y a mi otro hijo amenazas a muerte, que si no dejamos de salir en los medios de comunicación nos van a matar a todos”. Sostuvo que han presentado denuncias “por todos lados y nadie nos ayuda, ya no sabemos qué hacer, pero no vamos a parar hasta demostrar la inocencia de Kevin”.
Con relación a la defensa de su hijo, aclaró que ellos contrataron a los abogados Jair López y Celeste Cerrato porque ellos son muy buenos profesionales.
La angustiada madre solicitó al pueblo hondureño que le siga apoyando, porque dijo estar dispuesta a pedir en las calles si fuera necesario.
“No tengo dinero, es la necesidad de que mi hijo salga, y si me toca pedir lo haré, voy a pedir en las calles para poder sacar a mi hijo de ese lugar”, indicó.
La familia de Kevin, preso desde el pasado 18 de noviembre, dijo estar dispuesta a que las autoridades las investiguen para comprobar que son personas decentes, con principios y valores, y no delincuentes, como quieren hacer pensar. “No somos narcotraficantes”, dijo doña Betty.