TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El 19 de marzo de 2020 fue la última vez que el pan casero y los ricos tamales que se vendían en Chinda Díaz desde hace ocho décadas fueron vendidos en la esquina de la avenida Cervantes, atrás de la Catedral Metropolitana.
La pandemia por covid-19 obligó a los propietarios del tradicional negocio a cerrar sus puertas durante casi un año, pero la historia de esta tradicional panadería no ha escrito su capítulo final.
EL HERALDO conversó con Wendy Sabillón, hija de don Santos Sabillón y de Flor de Sabillón, quienes desde la década de 1980 tomaron las riendas de la casa del pan casero en Tegucigalpa.
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Don Santos era un buen amigo de doña Gumercinda de Mendoza (La Chinda Díaz) y, al enterarse en aquellos años de que se buscaba una nueva administración, don Santos compró el negocio.
Sabillón explicó que el cierre se hizo para evitar exponer a sus padres ante un contagio de covid-19.
Sin embargo, se están realizando esfuerzos para reactivar sus operaciones el próximo mes.
Sabillón detalló que producto de la crisis económica que ha dejado la pandemia por covid-19 se están buscando alternativas de mercadeo y empresariales para que este establecimiento siga deleitando a miles de paladares amantes del buen pan.
“Queremos darle un nuevo giro, pero se conservaría el lugar y lo que se vendía tradicionalmente. Queremos recuperar todo lo que en este tiempo se ha perdido, no ha sido fácil, ha sido complicado, pero en realidad el negocio no se cerrará, Chinda Díaz está vivo”, afirmó Sabillón.
La representante del negocio familiar afirmó que no quieren perder un patrimonio de tantos años y que siempre se tratará de conservar la misma esencia.
“Estamos buscando estrategias diferentes, pero seguiremos con la venta de veladoras, abarrotería, el pan y los nacatamales”, explicó Sabillón.
Además aclaró que la esquina en la que se encuentran ubicados ha sido alquilada por años y así se tratará de permanecer en el mismo lugar, porque se ha convertido en un referente para todos los capitalinos.
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“El local seguirá, quizá hagamos algunos arreglos para mejorar la seguridad, seguirá todo, la reja, la paila de los tamales y las mesitas. No vamos a venir a botar todo y hacer un local así como en un centro comercial, nada por el estilo”, afirmó la representante de Chinda Díaz.
Y es que ante los rumores de un cierre definitivo, las muestras de nostalgia de los capitalinos han abarrotado comentarios en las redes sociales y en las calles del centro de Tegucigalpa.
“Comer esas galletas, esas viejitas y las semitas, me recuerdan a mi infancia, ya tengo 70 años y recuerdo que mi mamá me llevaba a comprar pan con ella allí, ojalá abran de nuevo”, exclamó Elena Palma.
Desafíos
Los últimos años para este negocio han sido difíciles, pues en febrero del año pasado un incendio amenazó con convertir este inmueble en cenizas. También este local fue víctima de la delincuencia, pues en abril de 2020 ladrones ingresaron a robar.
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