TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Del carreteo al despegue es la fase en que el
aeropuerto Toncontín se encuentra. El ascenso y crucero con su plan de vuelo apuntan a un descenso hacia la incertidumbre. Así podría visualizarse el futuro de la terminal aérea que este año llegó a su centenario mientras era despojada de su categoría internacional.
“No es prematuro decir que su futuro (Toncontín) es incierto, aún no sabemos la dimensión que se ha tomado con respecto al tema pero sabemos de la reducción sustancial de las actividades operativas del aeropuerto”, alertó.
Explicó que no se puede saber si solo con vuelos nacionales el aeropuerto tendrá rentabilidad o será como las terminales de Roatán y La Ceiba, que operan en equilibrio, sin ganar o perder.
“Al reducirse su actividad, probablemente se convierta en uno de los aeropuertos que generará pérdidas y con el tiempo la tendencia de operaciones negativas tiende a cerrar”.
Más que las utilidades, resaltó la importancia de considerar la inversión de excedentes en mejorar las instalaciones físicas, pero sin rentabilidad no se puede hacer lo anterior.
“Sin atractivos para invertir en una instalación reducida a su mínima expresión no tiene sentido mantenerlo operando”, mencionó.
Además de la operatividad, explicó que el entorno de la terminal también resultará limitado. ADEMÁS: Palmerola será promocionado como centro logístico de Centroamérica
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Consecuencias
Santiago Herrera, gerente de Política Económica del Consejo Hondureño de la Empresa Privada ( Cohep), explicó que si al aeropuerto se le quita su principal actividad (vuelos internacionales), la terminal se reduce a su mínima expresión.“No es prematuro decir que su futuro (Toncontín) es incierto, aún no sabemos la dimensión que se ha tomado con respecto al tema pero sabemos de la reducción sustancial de las actividades operativas del aeropuerto”, alertó.
Explicó que no se puede saber si solo con vuelos nacionales el aeropuerto tendrá rentabilidad o será como las terminales de Roatán y La Ceiba, que operan en equilibrio, sin ganar o perder.
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“Al reducirse su actividad, probablemente se convierta en uno de los aeropuertos que generará pérdidas y con el tiempo la tendencia de operaciones negativas tiende a cerrar”.
Más que las utilidades, resaltó la importancia de considerar la inversión de excedentes en mejorar las instalaciones físicas, pero sin rentabilidad no se puede hacer lo anterior.
“Sin atractivos para invertir en una instalación reducida a su mínima expresión no tiene sentido mantenerlo operando”, mencionó.
Además de la operatividad, explicó que el entorno de la terminal también resultará limitado.
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“Se asocia la aduana, servicios financieros, centros de comida, entretenimiento, transporte, turismo y otros servicios asociados relacionados a Toncontín que resultarán afectados”, advirtió.
Sobre el tema, Efraín Rodríguez, de la Asociación Nacional de Medianos y Pequeños Industriales de Honduras (ANMPIH), consideró que los primeros afectados con las disposiciones aeroportuarias serán los que operan con base en la demanda de productos y servicios en el Toncontín.
“En su mayoría tendrían que cerrar y otras que se sostengan verán reducida su actividad, generando pérdida de cientos de empleos”, indicó mientras vislumbra que uno de los rubros más afectados será el de pequeños hoteles y restaurantes.
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Por su parte, Rafael Medina, director ejecutivo de la Cámara de Comercio e Industrias de Tegucigalpa (CCIT), reiteró que Toncontín tiene que seguir operativo al menos de forma regional.
“Hay que buscar esquemas para que ambos aeropuertos permanezcan operativos”, recomendó.
Hay que destacar que la Superintendencia de Alianza Público Privada garantiza que el aeropuerto Toncontín seguirá con vuelos privados, nacionales, de carga y con su aduana.