TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Voy a ver la película de los dinosaurios”, expresó Christopher Ramírez, alumno del Instituto Psicopedagógico Juana Leclerc, tras pausar su merienda para atender al equipo de EL HERALDO.
Las respuestas de Ramírez, desde el taller de embolsado de especias, no serían posibles sin la atención especializada que recibe desde el 2014 por sus condiciones de síndrome de Down y autismo.
Edgardo Ramírez, padre del joven de 26 años, distingue claramente un antes y después en la vida de su hijo gracias al instituto.
“La atención que mi hijo ha recibido es muy buena, en un principio se adaptó a las características de la escuela. Reaccionó bien pese a sus condiciones de autismo”, detalló.
Don Edgardo habla con pausa y mientras expresa su agradecimiento hacia el Juana Leclerc, revela que Christopher aprendió a interactuar y compartir con otras personas con sus mismas condiciones.
“Ha evolucionado bastante, Christopher ha logrado autonomía de su propio cuerpo pese a su condición, él puede desenvolverse en ciertos momentos sin olvidar que con el autismo ellos se encierran en una burbuja”, indicó.
Gracias a las atenciones especializadas, los sonidos estridentes ya no le causan pánico, también el malestar por las multitudes desapareció, incluso, ahora ver películas en el cine es uno de sus pasatiempos.
Parte del antes y después y gracias a la autonomía que alcanzó, el joven puede ir al baño por su cuenta, controla sus esfínteres, puede vestirse, alimentarse y es un apasionado por la higiene.
“En lo que impulsan a Christopher aquí, en la casa también para que desarrolle sus capacidades del tacto fino... Ha desarrollado rutinas que, si se le limitan, ahí sí hay problemas”, concluyó el entrevistado.