Ojojona, Honduras
Bajo una empinada y majestuosa montaña, que vigila el entorno de las aldeas más recónditas del municipio de Ojojona, está la Escuela República de Honduras.
El centro educativo que se ubica en la aldea El Jícaro atiende a más de 100 niños que viven en extrema pobreza y apenas aprenden a leer.
La calamidad en la que viven estos menores no se limita a sus hogares sino que se traslada a su escuela, donde las paredes lucen resquebrajadas y la falta de cuadernos les impide cumplir con las tareas asignadas.
Pobreza sin escalas
La escuela la conforman tres espacios donde los alumnos de primero a sexto grado deben recibir las clases en grupos de dos. Las chancletas de hule y los conjuntos de ropa desgastada hacen parecer que el grupo de niños asiste a una reunión y no a clases.
“Gracias, diario EL HERALDO” gritaban en coro los niños'.
Esa realidad a la que a diario se enfrentan los pequeños que se educan en las recónditas aldeas del municipio de Ojojona motivó la visita de la Maratón del Saber para entregar el material educativo que garantice la permanencia en las aulas de los escolares de El Jícaro.
Niños con valor
Con la timidez característica de los niños de tierra adentro, al recibir sus útiles los pequeños se limitaban a decir “gracias” con una voz temblorosa que denotaba su escasa interacción con personas ajenas al poblado.
Como hijos de agricultores, llevan frijoles para saciar su voraz hambre a la hora del ansiado receso, y algunos solamente se alimentan con el pan del saber.
El ayuno mantiene somnolientos a los pequeños que recorren hasta 14 km para asistir al centro educativo.
Algunos menores confesaron que sueñan con ser grandes para ayudar a sus progenitores a sobrellevar la dura faena diaria y trabajar en el campo o la ciudad.
Esperamos que con la donación entregada se motiven a continuar con sus anhelos de superación.
