Tegucigalpa, Honduras
Hay un valor al que la mayoría de los hondureños no le han demostrado miedo, se trata de la solidaridad.
Este valor carece de color, raza, edad y menos ubicación geográfica.
Por ello nos fuimos a compartir este gesto con los capitalinos a varios puntos del Distrito Central.
Gracias a la colaboración de nobles capitalinos y de la asociación Capacitación, Educación,Producción, Unificación, Desarrollo, Organización (CEPUDO), logramos llevar a una decena de personas alimento para esta temporada de fin de año.
Primera parada
La colonia Fernando Calderón fue uno de nuestros primeros destinos.
Allí nos reencontramos con doña Josefina Rosales, una mujer luchadora que durante el mes de mayo nos compartió su historia como madre hondureña.
“Les agradezco de manera infinita la bendición que nos han dado”, expresó jubilosa Calderón.
Minutos después nos movilizamos a las faldas del cerro Juana Laínez. Allí varias mujeres de la tercera edad recibieron las canastas repletas de generosidad.
“Nos llena de satisfacción entregar cada uno de estos productos que fueron donados con sinceridad y amor por niños y adultos”,manifestó Lucía Molina, vicepresidenta de esta asociación.
Lejos de la capital
Y como el corazón de los capitalinos no distingue fronteras, nos fuimos a la comunidad de Texíguat, en El Paraíso. Allí logramos llevar ayuda a casos que desde la capital hemos brindado apoyo.
Por ejemplo a doña Yesenia Mejía y sus hijos. También Óscar y Milton Mendoza, un par de hermanos que padecen parálisis cerebral, y a doña María Pastrana y Alejandra Hernández, ambas mujeres cuyos rostros ya muestran los surcos de la edad.
Finalizamos un año más con la bendición de ayudar gracias a su noble corazón.