Tegucigalpa

La extorsión ataca chicleras y pulperías

Pequeños negocios pagan desde 500 hasta 2,000 lempiras. Transportistas podrían convocar un paro.

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14.03.2013

Doña Ana se levanta todos los días a las 4:00 de la mañana en compañía de sus hijas a preparar la masa para hacer tortillas.

Esta humilde mujer, con su trabajo, se agencia desde 200 hasta 400 lempiras diarios ya que la venta se hace en la mañana y en la tarde.

Sin embargo, hace unos meses esta ganancia ha disminuido, pues un porcentaje del fruto de su trabajo debe de ser entregado a las maras.

Con lágrimas en sus ojos y su cabeza hacia abajo, dijo que “de esto no me gusta hablar, dan ganas de llorar, ya no ajusta ni para comprar los cuadernos de mis hijos”.

Luego de varios minutos de silencio, expresó: “Váyase, no quiero problemas, los ojos de los pandilleros están en todas partes”.

Las cuotas

A esta humilde mujer, vecina de un barrio marginal al oriente de la capital, los extorsionadores le quitan desde 1,500 a 2,000 lempiras mensuales. Así como ella, decenas de vendedores de tortillas, pulperías, talleres, peluquerías, reposterías y ventas de ropa usada, viven amenazados con el cobro del “impuesto de guerra”.

Los afectados expresaron que en estos negocios pequeños las cuotas pueden ascender desde 500 hasta 2,000 lempiras diarios, de acuerdo al movimiento y la actividad comercial.

Sin embargo, el gran botín no deja de ser el servicio del transporte público en sus diferentes servicios.

De acuerdo a las cifras de la Unidad Antiextorsión, acreditada a la Dirección de Servicios Especiales de Investigación (DNSEI), este rubro paga hasta 500 millones de lempiras anuales.

Agentes de la organización reconocieron que han identificado barrios y colonias donde los propietarios de las viviendas son obligados a pagar cantidades que van desde 500 hasta mil lempiras por hogar.


Telefonía móvil

Miembros de la institución lamentaron que la modalidad más utilizada para el ilícito en un 95 por ciento sea con llamadas telefónicas.

Un tres por ciento se hace por cartas y apenas un dos por ciento por visita directa.

Según investigaciones, los delitos de la extorsión están relacionados con personas cercanas a la víctima.

“Hemos estado a punto de perder la vida”

En su pequeño negocio de venta de comida se han pagado hasta 5,000 lempiras mensuales de “impuesto de guerra”.

Don Jaime asegura que lo hace para conservar su vida y la de su familia.

Preocupado, recordó que en varias ocasiones han estado a punto de perder la vida, por no tener el dinero a la hora y el día que los extorsionadores lo buscan.

En la opinión del humilde comerciante, cada día es más difícil llevar el sustento diario de la familia.

“Han habido momentos que con dinero prestado se ha pagado el ‘impuesto de guerra’”, mencionó

Añadió que es irónico que la Policía Nacional diga que hay que denunciar, si ya ni en la misma institución policial se puede confiar.

Contó que muchas veces ha estado a punto de cerrar, pero los malhechores le han advertido que si lo hace lo más seguro es que puede perder la vida él o un miembro de su familia. “Ya nadie tiene un negocio con buenas utilidades, la crisis económica y el crecimiento de la delincuencia tienen quebrada la inversión”, dijo.

“Hay veces que mejor nos hacemos los locos”

La tarea de detener a los delincuentes por parte de los miembros de la Policía Nacional es constante.

Sin embargo, en la mayoría de los casos el trabajo de los agentes es desperdiciado en los tribunales de justicia. Es así que miembros de la institución policial manifestaron que, “hay veces que mejor nos hacemos los locos, hoy los detenemos y tres días después están libres”. Confesaron que muchos de sus compañeros también han sido víctimas de los extorsionadores ya que los delincuentes han logrado identificarlos.

“Nosotros también tenemos familia que proteger, y corremos el peligro de que un malhechor nos identifique en las calles y nos asesinen.

“Las autoridades tienen que trabajar unidas, los de la escala básica solamente cumplimos órdenes”, expresaron.

El agente cuestionó las estrategias de las autoridades de la institución policial para combatir el crimen. Criticaron que los operativos son estáticos, a su juicio deben de ser móviles y de sorpresa.

“Hay pequeños grupos de extorsión en las colonias”

Los conductores de buses guardan en sus conciencias decenas de historias criminales que no pueden revelar por temor.

“Rigo” se atrevió a confesar que hay colonias donde no son mareros los que cobran el impuesto de guerra, sino criminales que se especializaron en este delito.

“Es un negocio del miedo, ellos visten bien, caminan en camionetas último modelo, hasta estudian en las universidades, pero no son más que extorsionadores y asesinos” dice.

“Rigo” asegura cómo ha visto con sorpresa cuando se apoderan de varias propiedades, ponen negocios y hasta obligan a propietarios de unidades a transferirles los números de taxis y permisos de operación.

“Son bandas especializadas en sembrar el terror, ellos coordinan cada movimiento, nunca dan la cara, porque siempre ponen a terceros a cobrar y manejar sus negocios”, aseguró.

Con tristeza recuerda a un panadero amigo suyo, quien tenía una repostería, y los extorsionadores lo obligaron a cerrarla.