Tegucigalpa, Honduras.- Aún quedan marcas profundas de la zozobra vivida por los capitalinos en 1998, cuando la ira de la naturaleza se desató sin misericordia a través del huracán Mitch, que provocó muchos deslizamientos en las periferias de Tegucigalpa y Comayagüela; el cerro El Berrinche fue uno de los más afectados.
Sin embargo, parece que una fuerza superior desafía el peligro y las personas se atreven a vivir en una zona de alto riesgo donde la naturaleza en cualquier momento puede reclamar su territorio.
“¿Y qué vamos a hacer si no tenemos dónde vivir?”, se preguntó una de las residentes de la cercanía del cerro El Berrinche.“Nosotros sabemos que es una zona de riesgo, pero no tenemos dónde vivir”, recalcó la entrevistada, quien decidió omitir su nombre.
Otra de las consultadas por EL HERALDO dio a conocer que su primera casa se la llevó el río, razón por la cual se fue a vivir a la colonia El Porvenir, parte de la zona de riesgo cercana a El Berrinche.
Son varias familias las que viven a los alrededores de esta zona de alto riesgo, lo que implica una exposición al peligro que tarde o temprano se puede sufrir.
Para el sociólogo Pablo Carías, los que más sufren estos embates son los ciudadanos de escasos recursos, “¿dónde van los pobres a vivir? En las laderas, en los cerros, en las orillas de los ríos, porque ahí los terrenos habitualmente no tienen costo, son públicos”, explicó el experto.
Carías refirió que en esta problemática no solo se involucra gente que nació y creció en la ciudad, sino migrantes que van a vivir a los “lugares más inhóspitos, más inadecuados porque muchos de ellos vienen solo con su ropa, con sus alforjas sin ninguna posibilidad”.
Debido a esto es que se forman los cinturones de miseria en la ciudad capital.El entrevistado mencionó también que el Estado no facilita las condiciones para que estos ciudadanos tengan lugares adecuados.
Inhabitable
Por su parte, la Unidad Municipal de Gestión Integral de Riesgo (UMGIR), de la Alcaldía Municipal del Distrito Central, manifestó que la zona de El Berrinche y sus alrededores fueron declaradas inhabitables.
“Desde el 2010 hay una declaratoria de zona inhabitable”, refirió Ingrid Flores, jefa de UMGIR. “Se tomó 14 años para poder realizar esa obra que está ahí, que son unos drenajes horizontales con cunetas y muros de contención en la parte alta”.
Flores reiteró que, a pesar que se tienen obras de mitigación, “siempre va a ser una zona inhabitable, nadie va a poder construir para vivir en esa zona de El Berrinche”.
La entrevistada mencionó que las personas que habitan los alrededores de esta zona “viven bajo su propio riesgo, como Alcaldía y como gobierno central también la responsabilidad ya no recae en el Distrito, realmente porque ya hay una declaratoria de una zona de habitabilidad”, indicó.
Proyecto
Para el 2013 se construyó, en el cerro El Berrinche, ocho pozos con tuberías verticales y horizontales que canalizan las aguas lluvias.
El proyecto se realizó mediante un programa de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) y la Alcaldía. La obra tuvo un costo de 228 millones lempiras financiados por el pueblo y gobierno de Japón
Falta de regulación
El arquitecto Dino Rietti considera que, al analizar las condiciones actuales de la capital, parece que predomina la falta de regulación y de inversión dirigida al ordenamiento de la ciudad.
Reconoció también que todos juegan un papel importante al desarrollo del Distrito Central; sin embargo, parece que sus habitantes simplemente se acomodan sin pensar en la calidad del hábitat que se está construyendo o las condiciones mínimas de seguridad.
Por otra parte, el experto refirió que la autoridad correspondiente “no ha declarado inhabitable y no tiene unidad que vigile el debido cumplimiento (de no habitar zonas de riesgo)”.
El perito refirió “que lo más interesante es que si usted es autoridad, se lo crea”, afirmó.
Según el entrevistado, hay estudios donde las autoridades no se creen a ellas mismas y buscan a otros que les resuelvan los problemas.