Tegucigalpa,Honduras
El emprendedurismo y el liderazgo empresarial han comenzado a penetrar los centros educativos de la capital.
En la actualidad, más de 80 centros educativos del Distrito Central han sido conquistados por iniciativas microempresariales.
En estas instituciones, los niños no usan corbata o saco, mucho menos maletines y zapatos de charol para dirigir las actividades comerciales. Con su uniforme escolar, ingenio y talento, estos pequeñines en los últimos meses han generado ingresos para el mantenimiento de sus centros educativos o cubrir gastos de actividades escolares.
Una de las instituciones que destaca por ser un centro prevocacional es la Escuela Profesor Raúl Zaldívar.
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Este centro educativo se localiza en la colonia Venezuela de Comayagüela y brinda formación a 600 educandos que no solo han aprendido las operaciones matemáticas como clase, sino que la han puesto en práctica al comercializar los productos que generan en los talleres o huertos escolares.
Y es que basados en la realidad que experimenta el Distrito Central, en el que la tasa de desempleo es del 12 por ciento, las autoridades educativas buscan brindar a los educandos los recursos y conocimientos para convertirse en sus propios jefes.
“Buscamos que los estudiantes puedan salir adelante, que tengan nuevos conocimientos y desarrollen habilidades para ser personas con espíritu emprendedor”, comentó Marbella Palma, docente de la Escuela Raúl Zaldívar.
La moda escolar
El centro educativo tiene más de tres décadas de brindar formación en oficios como la sastrería, tapicería, carpintería y corte y confección, pero hasta hace un año y medio que se comenzó a concretar el sueño microempresarial.
Este ideal se concretó al conformar la microempresa Zaldívar Desing. Boinas y corbatas para que sean utilizadas por los estudiantes que participan en el desfile del 15 de septiembre son parte de las prendas que se confeccionan en la pequeña empresa escolar, misma que funciona en el taller de sastrería.
Los productos se ofertan desde los 35 hasta 150 lempiras, dependiendo del material y diseño.
La experiencia generó satisfacción en las autoridades del centro educativo, por lo que para este año se programó agregar a la oferta de diseños la confección de busos y camisas para el mes de la independencia patria.
En la actualidad, la microempresa está integrada por 50 alumnos, de cuarto a sexto grado, los que son seleccionados según el desempeño y habilidades demostradas en los talleres.
“Estamos haciendo ropa de tallas 6, 8, 10 y 12 y esperamos que este año tengamos éxito para seguir con este importante proyecto”, comentó Sonia Díaz, encargada del proyecto de diseño.
En la actualidad, el taller opera con siete máquinas de coser, se requieren más, pero con el proceso de recaudo se espera equipar el salón artesanal.
Alexander González, de 11 años, mientras pedalea la máquina de coser para elaborar una camiseta, comentó que aprender el oficio de la sastrería le llama la atención porque “es una manera de contribuir con el futuro de Honduras, yo quiero tener una profesión, pero puedo tener mi negocio y no tener problemas de dinero, además que puedo ser un gran empresario si comienzo desde pequeño”.
Galletas y pasteles
En tanto un grupo de alumnos sobresalen por sus elegantes diseños en vestuario, otros centros educativos destacan por el exquisito sabor que sus manos y gusto le brindan al pan.
Tal es el caso de la Escuela Doctor José Roberto Maradiaga, de la colonia Villa Nueva, donde en el interior del laboratorio de alimentos se percibe un delicioso aroma a pan recién horneado.
Por esta labor, los destacados estudiantes fueron reconocidos en 2015, de entre 1,250 centros educativos a nivel internacional, como la escuela que presentó el mejor plan de negocios en el concurso Escuelas Emprendedoras, patrocinado por la Fundación de Paraguay, Teach a Man To Fish (Enseña a un hombre a pescar).
La microempresa funciona de manera permanente y se ha convertido en un ejemplo de liderazgo empresarial escolar a nivel nacional.
Galletas, pan de pan, pan casero y hasta pasteles forman parte de los dulces productos que elaboran los 40 estudiantes seleccionados para participar de este proyecto educativo. “Es importante que los estudiantes tengan conocimiento de oficios a manera de una educación integral”, manifestó Pedro Bonilla, director del centro educativo.
Los productos son ofertados a precios justos y en este proceso se involucran los padres de familia.
En el municipio funcionan otras instituciones que atienden a niños con limitaciones físicas que al igual son ejemplo de emprendedurismo como el Instituto Psicopedagógico Juana Leclerc, que involucra a los educandos en talleres como el envasado de especias.
Otro de los centros es el Programa de Rehabilitación para Parálisis Cerebral (Prepace), en este centro educativo las manualidades y los tejidos son los productos que son comercializados como gestión de ingresos.