Tegucigalpa, Honduras
“¡Mami, mami... Mira a Jesús! gritaba un pequeño mientras señalaba a los jóvenes que dramatizarían la pasión de Cristo.
Hombres, mujeres y niños que con su voz replicaban los cantos que dirigía el coro arquidiocesano. Foto Efraín Salgado/EL HERALDO
En el lugar también estaban el coro arquidiocesano y un grupo de niños que cargaban el anda procesional con la imagen de cristo en miniatura con la cruz a cuestas.
“¡Mami, mami... Mira a Jesús! gritaba un pequeño mientras señalaba a los jóvenes que dramatizarían la pasión de Cristo.
Y es que desde los más pequeños del hogar, jóvenes, adultos y hasta personas en sillas de rueda no se hicieron esperar para disfrutar de los vía crucis del Viernes Santo.
A eso de las 8:00 AM los feligreses esperaban el inicio de la caminata en el parque Herrera, frente a la iglesia San Francisco, en el centro de la capital.
Varias pastorales iban identificados con colores como el morado, rojo, verde y negro, símbolos de la cuaresma.
Con unas palabras del obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, Monseñor Juan José Pineda, inició el vía crucis a eso de las 9:10 de la mañana. Lo acompañaba Juan Carlos Martínez, párroco de la Catedral de Tegucigalpa.
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Seguidamente, los miembros de la Asociación Jesús Nazareno que también cargaban un anda procesional, pero con una imagen que tenía al menos dos metros de altura.
El recorrido del vía crucis continuó por la calle que conduce hasta la Avenida Cristóbal Colón.
Las estaciones de la caminata se hacían cada vez más próximas, aunque para los miembros de la pastoral juvenil de la Catedral fue bastante extenso.
Especialmente para Fernando Flores, el joven que iba representando a Jesús en las dramatizaciones.
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“No solo es un teatro, como algunos dicen. Los jóvenes lo han practicado, se han confesado y tratan de vivir al máximo el papel que hacen”, relató Belia Bonilla, integrante de la pastoral juvenil.
El entusiasmo también se observó en el resto de los actores, pues algunas jóvenes que representaban a las mujeres de Jerusalén lloraron de la conmoción.
Muestras de amor
Atrás de todo el equipo de actores, sacerdotes, y participantes del vía crucis también iban los feligreses.
Hombres, mujeres y niños que con su voz replicaban los cantos que dirigía el coro arquidiocesano.
Aunque para muchos era difícil continuar, pues la multitud, el calor y las enfermedades les impedían llegar hasta la iglesia El Calvario.
Cuando ya eran las 11:00 de la mañana, muchos apresuraban el paso para observar desde antes las últimas estaciones y sus hermosos arreglos.
Vivir la caída de Jesús, el maltrato que sufrió y sus ropajes ensangrentados era motivo de tristeza y desolación para los más creyentes.
En la décimo cuarta estación, a eso de las 12:00 del mediodía, las personas se aglutinaron en el patio de la iglesia El Calvario para escuchar el mensaje de esperanza y fe que transmitió monseñor José Pineda.
Posteriormente, entraron a la iglesia para observar la resurrección de Jesucristo. Asimismo, recibir la bendición de los sacerdotes para irse a sus hogares.
