TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Para muchas personas, la tortilla es el complemento perfecto para sus tres tiempos de comida, pero para otros, es una fuente de empleo y sustento.
Con más de 40 años de experiencia en el oficio, Carmen Rodríguez acaba de perder su empleo en la fábrica donde trabajó durante más de una década, porque su jefa ya no podía pagarle su sueldo.
“No es que ganara la gran cosa, pero ese poquito me ayudaba a pasar la quincena. Ahora veré qué hago porque tengo tres niños a los que debo alimentar”, lamentó Carmen.
Al preguntarle el porqué la despidieron, respondió: “La señora solo me dijo ‘mamá, ya no puedo pagarle, por favor, ya no venga’, y ahí acabó todo”, relató la entrevistada.
Pero con el despido de Rodríguez, se suman otros ciudadanos que también enfrentan el mismo problema y que hoy no tienen un trabajo con el cuál subsistir.
“Compa, yo chambié (trabajé) acomodando los sacos de harina que ingresaban a la fábrica de tortillas, pero como todo subió de precio, el viejo (patrón) me despidió”, compartió Raúl Vázquez, trabajador informal.
Según las tortillerías, no pueden seguir pagando a más empleados cuando tienen una factura elevada de energía o la materia prima les resulta costosa, además, de incluir el combustible para las entregas de pedidos.
“Mire, seamos claros, este recibo de luz no baja, la masa a veces viene un poco más cara, ¿ajá?, y todavía pagamos flete para que las entreguen, ¿no considera que la ganancia es mínima?”, señaló un dueño de fábrica que omitió su nombre por temas comerciales.
Los economistas miran este panorama poco alentador y afirman que si esto sigue así habrá una crisis en las familias que dependen del trabajo