TEGUCIGALPA, HONDURAS.-El olor a combustible aún se respira en el kilómetro 2 de la salida al sur de la capital y hace retumbar en los recuerdos de los vecinos la fuerte explosión que convirtió la zona en un infierno.
Eran las 6:45 de la mañana del pasado domingo cuando un estruendo causado por una cisterna cargada de combustible que se arrastraba en el pavimento, hizo levantarse de un brinco a los vecinos de la aldea Germania.
Antes de detenerse frente a un taller mecánico, con sus llantas hacia arriba, la pesada rastra destruyó un poste del tendido eléctrico.
Los ocho mil galones de combustible se regaron por los patios de varias viviendas y talleres, rodeándolos con el inflamable líquido.
En los relatos, los vecinos, ya más conscientes de lo que pasó, aseguran que fueron las chispas de los cables del tendido eléctrico las que causaron el incendio.
El reporte ayer de la Oficina Técnica de Prevención y Seguridad Contra Incendios (OTPSCI), del Cuerpo de Bomberos, indicó que el fuego se dispersó en una área de 1,000 metros.
“Se mandaron unos 60 bomberos, trabajaron cinco unidades contra incendios, una unidad de recate y una de materiales peligrosos, dos ambulancias y dos vehículos para transporte”, detalló Wilson Vásquez, subteniente de Bomberos.
Para sofocar las infernales llamas se usaron más de 11,000 galones de agua, labores que duraron más de tres horas.
Se calcula que el fuego pudo alcanzar hasta unos 50 metros de altura, el humo se podía divisar desde casi toda la ciudad.
El informe oficial de los apagafuegos reveló que siete casas fueron dañadas por el incendio, de las cuales cuatro fueron en totalidad y las tres restantes sufrieron daños parciales.
A la lista se le suman 16 vehículos: tres motocicletas, un bus, cinco turismos, dos camiones y cinco pick-up.
En el siniestro cuatro personas resultaron con leves lesiones y una con quemaduras en sus extremidades, la cual fue dada de alta en el centro asistencial donde fue atendido.
Daños millonarios
Desde tempranas hora de ayer equipos de la Secretaría de Salud, Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA) y de la Comisión Permanente de Contigencias (Copeco) llegaron a la zona cero para hacer evaluaciones de los daños.
Salud prestó atención médica y psicológica a los afectados, mientras que técnicos del ente autónomo tomaron muestras de un pozo de agua, para verificar que es apta para el consumo humano.
“De las viviendas afectadas solo una podría ser habitada, las demás no recomendamos que puedan volver a ser usadas”, manifestó Julio Quiñónez, subcomisionado de Copeco para el Distrito Central.
Además de los enseres de los hogares, cinco mascotas murieron, cuatro perros y una lora.
La zona no fue intervenida, ya que los afectados informaron que buscarán un acuerdo con la empresa encargada de la cisterna de combustible.
“No podremos hacer reconstrucción de casas y limpieza del sitio mientras ellos no nos den la aprobación, porque tienen que llegar a un acuerdo legal. También se les ofreció ayuda financiera”, informó Quiñónez.
A los afectados ya se les brindó ayuda humanitaria y se alojan en viviendas de familiares cercanos a la zona.
Protección de la salud
El personal de la Región Metropolitana de Salud (RMS) llegó hasta el lugar para hacer un bloqueo a 500 metros alrededor del lugar del impacto.
“El objetivo es resguardar la salud de las personas que viven en la zona, conocer si hay problemas respiratorios por la combustión y conocer el impacto del combustible en fuentes de agua de la zona”, relató Harry Bock, jefe de la RMS.
Además, se llevó a cabo un operativo para garantizar que no haya más derrame de combustible y conocer si algunas familias deben ser evacuadas.
Por su parte Gerzon Velásquez, titular de la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte (DNVT), enfatizó que las empresas de unidades de cargada pesada son las encargadas de garantizar la revisión periódica de los sistemas físicos y mecánicos.
“Podemos reducir los accidentes si tomamos medidas de prevención y ser responsables a la hora de conducir estos automotores”, agregó Velásquez. En los últimos tres años, cuatro accidentes se reportan en la peligrosa curva del kilómetro 2.