PESSAMIT, CANADÁ.- Aunque vive en medio del bosque boreal de Canadá, Jean-Luc Kanapé a veces puede pasar semanas sin ver un solo reno. Pero desde que tiene memoria, han sido parte de su vida.
Durante siglos, “nuestros ancestros sobrevivieron gracias al caribú (reno), usando su carne, pieles y herramientas hechas con sus huesos”, dice Kanape, miembro del pueblo indígena innu. “Ahora nos toca a nosotros ayudarlos”.
El caribú, o reno americano, es el emblema del bosque boreal subártico y también está en el corazón de la cultura de los pueblos aborígenes canadienses. Pero este venado de hocico ancho está “en peligro”, dice Kanapé, en particular por la desaparición de su hábitat natural.
En la provincia de Quebec, en el noreste de Canadá, este animal está amenazado por la industria maderera, que es crucial en algunas áreas y proporciona 60,000 puestos de trabajo, pero también contribuye a la deforestación masiva.
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Los gobiernos “se supone que deben proteger a todos los seres vivos en su territorio”, pero “no hacen nada”, dice Kanapé, encargado por su comunidad de identificar y ennumerar las últimas manadas de caribúes que quedan.
Alrededor de la cabaña de este corpulento hombre de 47 años, ubicada no muy lejos del río San Lorenzo pero a dos horas en automóvil del pueblo más cercano, hay evidencia de deforestación: la masa de abetos y álamos ya no es exuberante.
Visto desde arriba, el bosque parece un rompecabezas que se ha desarmado. En algunas parcelas, los árboles están en el suelo esperando ser cortados y transportados. La mayoría de ellos se utilizarán para hacer papel, pulpa de madera o madera.
Depredadores
Datos recientes sugieren que los caribúes tienen más posibilidades de sobrevivir si se conserva al menos el 65% de su hábitat. Pero en esta parte de Canadá, aproximadamente el 80% de su hábitat ha sido alterado de alguna manera.
La tala de árboles ayuda a renovar el bosque, pero eso también provoca cambios en la flora y fauna autóctonas.
Los alces llegaron en masa, con lo cual también aparecieron los animales que los cazan, como los lobos, cuya migración se ha visto facilitada por los caminos abiertos por las empresas madereras.
Además, tras la tala brotan nuevos árboles, y a su lado surgen arbustos frutales que atraen a la zona osos, otro cazador de caribúes.
Cuando rastrea caribúes, Kanapé usa el conocimiento ancestral y los datos recopilados por drones. En barco, camioneta o a pie, revisa la tierra en busca de la más mínima huella de pezuña.
Cada otoño, los bordes de las pezuñas se afilan para permitir que los caribúes rompan el hielo para llegar a una importante fuente de alimento: los líquenes.
En las últimas semanas, Kanapé ha estado monitoreando una caribú hembra y su cría, que vivían en un área parcialmente deforestada, lo que las pone en peligro.
“¿Cómo puedo hacerles entender que estarían mejor en áreas más boscosas?” dice Kanapé. “Ella vino a dar a luz en un lugar que conoce, es normal”.
A veces Kanapé ahuyenta a los lobos para darle al caribú más oportunidad de sobrevivir durante el verano.
La caída en el número de crías hace que la supervivencia del caribú en esta región sea “poco probable en las condiciones actuales”, según biólogos del Ministerio de Bosques de Quebec.
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Crecimiento
Desde las Montañas Rocosas canadienses en el oeste hasta los bosques de Quebec en el este, el territorio del caribú se ha reducido en los últimos 150 años y la población ha disminuido, un declive ininterrumpido que nada parece detener.
El caribú, uno de los animales más estudiados en América del Norte, está catalogado como especie “vulnerable” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
En Canadá, el crecimiento económico se basa en gran medida en la explotación de abundantes recursos naturales (petróleo, madera, minerales), por lo que el país está luchando por implementar planes viables para proteger la especie, dicen los científicos.
A los expertos les preocupa que el destino del caribú sea un “punto de inflexión”, y por lo tanto, creen que el animal debe considerarse una “especie paraguas” digna de protección, de modo que otros animales en su hábitat se salven indirectamente.
“Docenas de especies que no reciben la misma atención también necesitan bosques ancestrales: es un hábitat natural que es vital para muchos”, explica Martin-Hugues Saint-Laurent, biólogo de la Universidad de Quebec en la ciudad de Rimouski.
El bosque boreal canadiense alberga 85 especies de mamíferos, 130 especies de peces y 300 especies de aves diferentes, muchas de ellas migratorias.
“El bosque no se trata solo de árboles”, dice Louis De Grandpre, un científico que ha estado investigando el tema durante 30 años.
“Apenas estamos comenzando a comprender el alcance de lo que sucede bajo nuestros pies en el subsuelo del bosque, donde actúan bacterias, hongos y una miríada de microorganismos”, agrega.
El pueblo innu, que cree ser una parte tan importante del ecosistema forestal como todos los demás seres vivos, aboga por la creación de una zona forestal protegida.
Para Kanapé, “el día en que los humanos desaparezcan, el planeta será más hermoso, recuperará sus derechos”.
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