Un amigo a otro.
-Mira, Juan, ¿tú sabes la diferencia entre un accidente y una tragedia?
-No. ¿Cuál es?
-Te pondré un ejemplo: accidente es si viene una ola y se lleva a tu suegra
-¿Y la tragedia?
-Si viene otra ola y te la devuelve...
-¿Sábes cómo pide mi papá el ron en los restaurantes?
-No, para nada. ¿Cómo?
-Sírvame un ron “a la maradona”... pura agua y dos rayitas de coca.
Una suegra salió a pasear con uno de sus tres yernos. Mientras pasaban por el parque, la señora se resbala, cae en el lago y se empieza a ahogar. Sin dudarlo un momento, el yerno se tira al agua y la rescata; al día siguiente, el yerno sale y encuentra un coche último modelo con una nota pegada en el parabrisas: “Gracias, de parte de tu suegra, que te quiere”.
Una semana después la suegra sale a pasear con su segundo yerno. Al pasar por el mismo lago, la señora se vuelve a resbalar y cae al agua. De inmediato su segundo yerno se mete al lago y la salva.
Al día siguiente, el segundo yerno encuentra frente a su casa un coche último modelo y una nota que dice: “Gracias, de parte de tu suegra, que te quiere”.
Una semana más tarde la suegra sale a pasear con su tercer yerno. La historia se repite, y la señora se cae al lago.
Sólo que esta vez el yerno se sienta en el suelo y se ríe mientras ve a la señora ahogarse y hundirse en el agua.
Al día siguiente, el tercer yerno sale y encuentra un coche último modelo con una nota en el parabrisas: “Gracias, de parte de tu suegro, que te quiere”.
Una mujer le dice a su marido:
-Cariño, ¿dónde has dejado el libro “Cómo pasar de los 100 años”?
Y su marido le responde.
-Lo he guardado en una caja fuerte en el banco, no vaya a ser que a tu madre le dé por leerlo.
Están tres hombres desnudos en un sauna cuando de repente algo empieza a pitar.
El primer hombre, un ingeniero civil, aprieta su antebrazo y el pitido desaparece.
“Es mi buscador -dice; tengo un microchip bajo la piel de mi brazo”.
Unos minutos después suena un teléfono y el segundo hombre, un abogado, extiende la palma de su mano hasta su oreja y cuando termina su conversación les explica:
“Es mi teléfono móvil, tengo un microchip en la mano”.
El tercer hombre, un licenciado en contabilidad, sintiéndose poco tecnológico, sale del sauna y unos minutos más tarde regresa con un pedazo de papel higiénico colgándole del trasero. Sus compañeros de sauna abren sus ojos, asustados, y él les dice: “Estoy recibiendo un fax”.