TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La piel es un órgano que no permanece inmune a los cambios. Mudarse de país, incluso de ciudad, implica una serie de factores que suelen entrelazarse: el estrés de la adaptación, los ajustes en la zona horaria, la exploración de nuevos sabores y la exposición a un clima desconocido.
Estos elementos pueden influir notablemente en la salud de la dermis, desde la elección de nuevos productos para el cuidado hasta los efectos inesperados de sabores no probados y noches de sueño perturbadas.
Es común que experimentemos cambios en la piel tras llegar a un nuevo destino, como brotes inesperados, sequedad, sensibilidad o un aumento en la producción de grasa. En ocasiones, damos por sentado las incomodidades del verano abrasador o el aire seco del invierno, pero ¿alguna vez has reflexionado sobre el impacto que estas condiciones extremas en la salud y vitalidad de su cutis?
Según la doctora en dermatología y dermatopatología, Kathya Chinchilla, los cambios de estaciones juegan un papel crucial en esta ecuación. Por ejemplo, enfermedades como la rosácea y el acné suelen empeorar durante el verano, mientras que la dermatitis atópica se agrava en climas cálidos y secos o en inviernos extremadamente fríos.
Incluso existen afecciones cutáneas “estacionales”, como el eccema dishidrótico de las manos, que tiende a manifestarse en verano.
Además, la primavera puede traer consigo un aumento de polen en ciertas áreas geográficas, lo que desencadena episodios más frecuentes de alergias cutáneas, asma y rinitis. Estos cambios estacionales subrayan la importancia de adaptar nuestra rutina de cuidado de la piel a las condiciones cambiantes.
La calidad del agua en la nueva ubicación también juega un papel significativo en la salud de la piel. Las variaciones en los minerales presentes en el agua pueden influir en la piel de manera notable.
Asimismo, la contaminación atmosférica puede variar drásticamente de un lugar a otro, lo que aumenta la exposición a radicales libres y contribuye al envejecimiento prematuro de la piel.
Al mudarnos a diferentes regiones del mundo, debemos considerar el clima local, las enfermedades cutáneas comunes y la radiación solar que recibimos. Todos estos factores pueden impactar directamente en la salud de nuestra piel y requieren una atención cuidadosa.
Reglas del cuidado de la piel, según la experta
Chinchilla recomienda una rutina de cuidado facial adaptada a nuestro tipo de piel, que incluya un dermolimpiador suave y productos que contengan ácido ferúlico, un poderoso antioxidante y antiinflamatorio que protege la piel de las agresiones externas y del estrés.
Además, es crucial protegerse de la exposición solar mediante el uso de protectores solares con un factor de protección solar (SPF) superior a 30, eligiendo la textura (gel, loción o crema) según el tipo de piel.
La piel es un órgano resiliente, pero también es sensible a los cambios ambientales. Al mudarnos o viajar, debemos ser conscientes de cómo estos factores pueden afectar nuestra piel y tomar medidas proactivas.
