PARÍS, FRANCIA.- Se puede frenar la progresión de ciertos cánceres de mama detectando a tiempo una mutación genética en el corazón de los tumores y adaptando en consecuencia el tratamiento, según un estudio publicado el viernes.
Este informe, publicado en el Lancet Oncology -una de las principales revistas sobre el cáncer-, es el primero de su nivel “en mostrar un beneficio clínico significativo después de haber dirigido previamente la mutación bESR1”, resumen sus autores.
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En un cáncer de seno, las células tumorales evolucionan con el tiempo y, dependiendo de ciertas mutaciones, pueden volverse resistentes a los tratamientos utilizados.
Los autores de este estudio, realizado por el oncólogo François Clément Bidard en varias decenas de hospitales franceses, evaluaron que sí es importante detectar a tiempo una de estas mutaciones -bESR1- y actuar en consecuencia.
Para detectar esta mutación, utilizaron una técnica prometedora en los últimos años en el mundo del cáncer: la “biopsia líquida”.
Su objetivo es estudiar el contenido de los tumores sin tener que extraer, como en una biopsia clásica, tejidos del seno mismo, una operación potencialmente compleja y con consecuencias para la paciente.
Esta vez se trata de una simple toma de sangre.
La sangre de las pacientes contiene, en efecto, una pequeña parte de ADN que procede de las células cancerosas y se sabe cada vez mejor aislarla y estudiarla.
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En pacientes con esta mutación, se formaron dos grupos de aproximadamente 80 personas. Uno siguió recibiendo el tratamiento original, el otro cambió a otro medicamento, el fulvestrant.
En el segundo grupo, la progresión del cáncer se interrumpió durante una media superior de varios meses.
Más allá de la única mutación bESR1, los autores consideran que la estrategia utilizada -uso de la biopsia líquida y luego cambio rápido de tratamiento- podría servir de modelo para futuras estrategias terapéuticas.
Sin embargo, este estudio tiene varias limitaciones. En primer lugar, no evalúa si este cambio de tratamiento mejora realmente la supervivencia de las pacientes.
Por otra parte, solo examinó un cierto tipo de cáncer de mama, en el que el tumor es receptivo a los estrógenos.
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Esto es lo que permite el funcionamiento de los tratamientos hormonales utilizados en este estudio.
Esto no incluye, por ejemplo, los denominados cánceres “triple negativos”, que son los más mortíferos porque son los más complejos de tratar.