Desde inflamación sin dolor hasta malestar en el escroto son algunas de las señales que pueden llevar a la detección temprana del mal y con ello tener mayor posibilidad de curarse y sobrevivir.
Dentro de los principales síntomas destacan los siguientes:
1. Algún cambio en el tamaño, aspecto o textura habituales de uno o ambos testículos.
2. Dolor o molestia en la espalda, en la ingle, en la parte inferior del abdomen o en el escroto.
3. Sensación de pesadez en el escroto o hinchazón en la parte inferior del abdomen.
4. Bultos o sensibilidad en las mamas.
5. Bulto no doloroso o inflamación en los testículos.
6. Acumulación de líquido en el escroto.
Ante la sospecha de tener uno de estos síntomas lo más indicado es acudir a una revisión con un especialista médico para obtener un tratamiento eficaz y oportuno.