Tegucigalpa, Honduras.- En una sociedad que frecuentemente impone moldes sobre lo que significa ser mujer y que enaltece conceptos como el matrimonio y la maternidad aun a costa del bienestar individual, la autorrealización femenina sigue siendo un tema de debate.
A menudo se perpetúa la idea de que ser madre es el destino natural y único camino hacia la plenitud femenina. Sin embargo, la realidad es mucho más diversa: cada mujer tiene el derecho y la capacidad de definir su propia versión de realización personal, ya sea con o sin hijos.
“Como mujeres, desde el nacimiento se nos presentan ciertos deberes de cumplimiento como indicadores de autorrealización individual, y de expectativas sociales y familiares. La mujer que considera algo diferente es tildada de 'quedada', 'egoísta' o de tener problemas con la figura masculina”, explica la psicóloga Diana Lozano.
Aquellas que deciden no tener hijos son, frecuentemente, objeto de críticas y prejuicios que cuestionan su “valor” o “completitud”, todavía más en sociedades poco desarrolladas en las que frases como “te vas a arrepentir” o “será que nadie la soportará” ” refleja una visión limitada y, en ocasiones, violenta sobre lo que debería hacer cada mujer con su vida.
Este tipo de presiones no solo invalidan decisiones personales, sino que también refuerzan estereotipos dañinos. Se ignora que la maternidad, aunque es una experiencia valiosa y significativa para muchos, no es la única fuente de felicidad o plenitud.
Por otra parte, Lozano subraya que la romantización del tema resulta incongruente. “Se supone que la mujer mantiene como meta de vida llegar a ser madre, siendo la más feliz con ello, cuando desde el inicio esto implica una preparación biológica (física) y mental en un país como Honduras en donde no existe culturalmente una planificación familiar, y de serlo no es accesible para todos”.
La plenitud viene en muchas formas
Para muchas mujeres, la autorrealización se encuentra en pasiones, proyectos y relaciones que no necesariamente incluyen hijos.
Experiencias. Una carrera profesional exitosa, un estilo de vida independiente, el arte, los viajes, el activismo o la conexión con otros pueden ser fuentes igualmente válidas de satisfacción y crecimiento.
Hogares sin molde. Con frecuencia la idea de no querer ser madre se asocia a una negativa ante la posibilidad de formar un hogar. Pero enamorarse, casarse y formar una familia fuera del molde también se vale.
Libertad al hablar. Es preciso empezar a normalizar y celebrar todas las formas de autorrealización femenina. Esto implica abrir conversaciones honestas sin temor de incomodar.
“Es importante destacar que convertirse en madre debe ser un deseo individual sin incidencia del entorno. Actualmente y aún más en las nuevas generaciones, la maternidad ya no es parte de la prioridad de vida de las mujeres y tampoco establece consecuencias cognitivas arraigadas en la sociedad; es decir, no afecta el juzgamiento social”, complementa Lozano.
¿Cómo apoyar el cambio en la narrativa?
Es común escuchar cómo se les tilda de “egoístas”, “frías” o “inmaduras” a quienes no han elegido la maternidad. Sea o no su caso, no se sume a comentarios de este tipo que evidencian una falta de inteligencia.
La constante fiscalización sobre las madres que no cumplen con las expectativas de perfección deja claro que el problema no es la elección en sí, sino la insistencia de la sociedad en controlar las decisiones femeninas.
Se debe educar a las nuevas generaciones para que entiendan que la vida de cada persona es única, y que el respeto por las decisiones ajenas es clave para construir una sociedad más empática.
