Madrid, España.- La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido con fuerza en todos los ámbitos de la sociedad, revolucionando industrias y desafiando paradigmas. Sin embargo, su avance genera inquietud. Algunos la ven como una aliada del progreso; otros, como una amenaza latente. ¿Es justificado este temor?
“El miedo a lo desconocido es tan antiguo como la humanidad misma”, afirma Rafael Tamames, experto en transformación digital.
Para él, muchas de las preocupaciones sobre la IA son el resultado de narrativas alarmistas más cercanas a la ciencia ficción que a la realidad.
“Los cambios profundos pueden causar miedo. Yo mismo lo sentí. Pero los cambios que provocará la IA no son el apocalipsis tecnológico con el que nos asustan los medios o que anticipan las películas de ciencia ficción como Terminator”, advierte.
El cine y la literatura han moldeado una visión de la IA como una entidad que, al alcanzar conciencia propia, se rebelará contra la humanidad. Pero según Tamames, esto no tiene base científica.
“Confundimos comportamientos avanzados con conciencia. Sin embargo, la capacidad de responder preguntas complejas no implica que exista una experiencia interna”, explica.
Otro temor recurrente es la posibilidad de que la IA actúe en contra de los seres humanos. Tamames lo desestima: “Las IAs actuales son herramientas programadas para realizar tareas específicas. No tienen voluntad propia ni la capacidad de desarrollar intenciones hostiles. Cualquier ‘acción negativa’ sería resultado de errores de diseño, malos datos o mal uso humano”.
El impacto de la IA en el mercado laboral es otra fuente de preocupación. Se teme que la automatización elimine empleos masivamente. Pero eso no es del todo cierto, ni tan trágico como lo pintan.

Más allá de los mitos, hay predicciones fundamentadas que sí pueden hacerse. Tamames señala que la IA ya supera a los humanos en ciertas tareas y que su integración con la biotecnología podría abrir nuevas fronteras, como las interfaces cerebro-máquina o la optimización de sistemas autónomos.
¿Nueva competencia?
En cuanto a la regulación, advierte sobre los riesgos de frenar la innovación con restricciones excesivas. “La IA tiene el potencial de resolver problemas globales como el cambio climático, la medicina personalizada o la gestión eficiente de recursos. Para ello, es necesario un entorno de libertad que permita a los emprendedores aplicar esta tecnología sin trabas innecesarias”, concluye.
La inteligencia artificial avanza, y con ella surgen dudas legítimas y temores infundados. Separar la realidad de la ficción es clave para aprovechar sus beneficios sin caer en paranoias sin fundamento.