Honduras

Así delinquen los policías en Honduras

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07.07.2015

Tegucigalpa, Honduras

A los niños siempre les gustó jugar al policía y al ladrón. Pero en Honduras este juego está en decadencia porque muchos policías que los pequeños consideraron que eran buenos, en la realidad no son tan buenos.

Expedientes en los tribunales de justicia, en la Inspectoría General y notas de Recursos Humanos de la propia Policía revelan las andanzas de muchos oficiales y agentes de la escala básica.

Los documentos muestran los desmanes de muchos oficiales y agentes ligados al narcotráfico, crimen organizado, secuestro, robo de vehículos, robo de armas, encubrimiento, detención ilegal, homicidio, torturas, abuso de autoridad, violación del deber de los funcionarios, lesiones, allanamiento de morada, robo agravado, cohecho, daños y amenazas, tentativa de homicidio, asesinato, sicariato, violación especial, detenciones ilegales, portación ilegal de armas, tentativa de asesinato, asaltos bancarios, asaltos a cooperativas, posesión y ocultamiento de vehículos robados, evasión culposa, posesión de material de guerra, asociación ilícita, violencia intrafamiliar, malversación de caudales públicos, actos de lujuria, posesión de vehículo robado y sustracción de objetos destinados a ser medios de prueba, entre otros.

Los informes también señalan el actuar correcto de policías honestos, pero sobre todo describen las fechorías y ambiciones de oficiales y agentes que utilizan el poder que les da el uniforme, la jerarquía y la chapa para delinquir, muchas veces con la confabulación de sus superiores.

En los expedientes hay hechos que lindan con delitos cometidos hace una década, hace cinco, cuatro y dos años. Los involucrados, que en entonces eran agentes de la escala básica, siguen ahí, sin embargo, los oficiales que eran inspectores hoy son comisarios, los que eran comisarios hoy son comisionados, o sea que han ido en ascenso.

Oficial se lleva tres llantas repletas de dólares

De acuerdo con un informe investigativo de Inspectoría General de la Policía y según lo establecido en un expediente judicial, la noche del uno de octubre de 2004 los policías L. y P. -primera letra de su primer apellido- asignados a la posta de La Barca, Santa Cruz de Yojoa, detuvieron un cabezal y una camioneta gran Cherokee color blanco.

El conductor del cabezal informó a los agentes de una balacera en un sector cercano. Los policías se trasladaron al lugar y encontraron a un señor que pedía auxilio, ya que una señora se hallaba herida por lo que fue trasladada al municipio de Pimienta, pero como no pudo ser atendida en este lugar fue llevada a San Pedro Sula, donde quedó interna en la Clínica Ochoa.

A las 2:30 de la madrugada los policías advirtieron la llegada del comisario C. y del inspector A. quienes les comunican que andaban en busca de un vehículo robado, que posiblemente saldría por el desvío de La Barca, con procedencia de Santa Rita.

Los policías L. y P. le informan a los dos oficiales que ellos habían detenido un cabezal que había estado involucrado en un enfrentamiento, “en ese mismo instante los oficiales procedieron a revisar tanto al cabezal como la camioneta gran Cherokee que se encontraban en la posta” y luego se fueron.

Posteriormente, como las 4:00 de la mañana, regresó el oficial A. con dos personas vestidas de civil pidiéndole un machete a los policías, se dirigió con el machete hasta el portallantas del cabezal, rompió el candado y sacando tres llantas, las que subió en un vehículo blanco, doble cabina, sin placas, en el cual se conducía, para luego llevarlas a la ciudad de San Pedro Sula.

A eso de las 6:00 de la mañana llegó otro subcomisario identificado como P., quien instruyó a los dos policías asignados en la posta “no decir nada de lo que habían observado porque eso podría interrumpir la investigación”.

A las 7:00 de la mañana el comisario C. regresó con las llantas y las colocó en el sitio del cabezal donde las había encontrado. Una vez puestas las llantas en su lugar, los encargados de la posta llamaron a los agentes de la Dirección General de Investigación Criminal (DGIC) quienes observaron indicios de que había algo irregular en el interior de las llantas del tráiler y optaron por buscar a un llantero para que las desarmara, pero al no poder hacerlo en el sitio las trasladaron hasta una llantera donde procedieron a verificar el contenido, y encontraron en su interior un millón sesenta y nueve mil setecientos dólares.

A pesar que el subcomisario P. les había pedido a los policías cerrar la boca “para no entorpecer las investigaciones” los agentes plasmaron lo acontecido en el libro de novedades.

Días después de lo ocurrido, el policía P., que participó en la detención del contenedor donde se encontró la millonaria cantidad de dinero fue brutalmente asesinado, mientras que el policía L. fue dado de baja, con amenazas de que no fuera a los juzgados como testigo.

El libro de novedades, en el que los agentes reportaron lo sucedido, fue decomisado por los fiscales del Ministerio Público.

A pesar de que la Fiscalía acusó por lavado de activos a tres personas involucradas en el tiroteo, ya que una de ellas era dueña del cabezal decomisado, no tuvo la misma diligencia en la investigación porque los oficiales preventivos movieron las llantas donde se encontró el dinero.

Por esa negligencia muchas preguntas aún no tienen respuesta: ¿Por qué el comisario C. y el inspector A. buscaban desesperadamente el tráiler, supuestamente robado? ¿Por qué el comisario C. en vez de llamar a la Fiscalía, más bien apoyado por dos civiles, rompió los candados y sustrajo las tres llantas? ¿Por qué se las llevó a San Pedro Sula y horas después las regresó y las colocó en el lugar donde estaban originalmente? ¿Eran las mismas llantas o eran otras? ¿Por qué el subcomisario P. le pidió a los policías cerrar la boca? ¿Al llevar las llantas a San Pedro Sula, el comisario C. sustrajo parte de los dólares y solo dejó una parte? ¿Por qué y quiénes asesinaron al policía P., que participó en la detención del cabezal? ¿Por qué el Ministerio Público no investigó al comisario C., al subcomisario P. y al inspector A.?

Foto: El Heraldo


Encubren a cuatro policías que asaltaron cooperativas

En una nota dirigida a la dirección de la Policía, el 3 de noviembre de 2014, firmada por el subdirector de Recursos Humanos, se informa cómo el 16 de enero de 2014 dos oficiales y dos agentes de investigación supuestamente asaltaron dos cooperativas en Danlí, El Paraíso, y se robaron un millón cuatrocientos mil lempiras.

En la nota se involucra a los subinspectores de investigación con apellidos L. y R., asignados a la sección contra asaltos, y los agentes de investigación R. y L., asignados a la sección de robo de vehículos, quienes “en los asaltos robaron en una cooperativa 600,000 lempiras y en la otra robaron 800,000 lempiras, total del robo un millón 400 mil lempiras”.

Según la comunicación, los cuatro policías asaltantes fueron capturados cuando se trasladaban en un vehículo rentado en Tegucigalpa. Tras el arresto, los detenidos fueron conducidos a la DNIC (Dirección Nacional de Investigación Criminal) de Danlí, donde el subcomisario C. los remitió a la Dirección de la DNIC en Tegucigalpa y se les protegió, por eso los cuatro policías no fueron enviados a la fiscalía.

“En el almacén de evidencias de la DNIC de Tegucigalpa se encuentran el vehículo, las armas de reglamento, los chalecos y los celulares.

También se encuentra un celular BlackBerry color negro, con un forro color rosado, que les fue encontrado a los policías, ese celular era propiedad de una ciudadana que fue asesinada ese mismo día en el mirador del estadio por el Birichiche, y al momento de asesinarla le dejaron un rótulo que decía “que por extorsión la mataban” el celular fue reconocido por su hermana y su madre, dice la nota, sin hacer mayor referencia de la cantidad de dinero robado.

Foto: El Heraldo

Policía millonario luego de recoger maleta con narcodólares

En el expediente SEDS-IG-No 0029-2012 consta la investigación que se le realizara al policía de la escala básica, identificado como A., por enriquecimiento ilícito. En el expediente IG-0024-2013 también se les involucra en el asesinato del fiscal Orlan Chávez.

Una declaración brindada por un clase 1 ante los investigadores de la Inspectoría General relató que un ciudadano en tres ocasiones lo amenazó a él y a sus compañeros de la patrulla de carretera número 6-47 asignada a Choluteca, con que los iba a denunciar por andar cobrando extorsión a los mineros de San Juan, El Corpus, ya que eran propiedad del policía A. y de su hermano, que también es inspector de la Policía.

Al declarar en Inspectoría, el acusado manifestó que ellos, los de la patrulla, solo cumplían órdenes del jefe departamental, subcomisionado P., quien los mandaba a prestarle seguridad al policía A,, quien es dueño de minas.

Del mismo modo, los demás señalados de cobrar extorsión manifestaron que el policía A. no trabaja como policía porque el jefe departamental lo tenía asignado en análisis, ya que por ser millonario les regalaba el salario a los jefes, a quienes les había entregado su tarjeta de débito y los oficiales se la pasan por consigna.

Sobre por qué el policía A. no trabaja como policía, los declarantes manifestaron que el policía A. era millonario desde que cayó una narcoavioneta en la pista de aterrizaje de Choluteca el 23 de marzo de 2009.

Ese día el policía A., en una motocicleta, patrullaba con su compañero Z., cerca de la salida a San Marcos de Colón, cuando vieron que una avioneta aterrizó aparatosamente en la pista de Choluteca. Fueron al lugar a ver qué había pasado. El policía A. revisó un maletín que se encontraba lleno de dólares, lo sacó y le dijo a su compañero “espérame ya regreso, se llevó el maletín a esconder, fue así como apareció millonario y al policía Z. no le dio ni un dólar”.

Los declarantes afirmaron que el policía A. se transportaba en varios vehículos de lujo y del año, los cuales compraba al contado.

De acuerdo con los investigadores de Inspectoría, los hermanos A. actualmente se conducen en carros blindados.

La fanfarronería del policía A. llegó a tal extremo que tenía hasta un carro seguidor que lo protegía. Al conocer tal situación, el lunes 4 de abril del 2012, el policía A. y el policía Z. fueron citados por Inspectoría General para que comparecieran a rendir declaración “de inculpados con relación a la supuesta apropiación ilícita de dólares al requerir y registrar una avioneta que aterrizó de manera ilegal en la pista de aterrizaje de Choluteca”, dice la nota que les fue girada.

Igualmente, el 19 de abril de 2012, mediante oficio SEDS-IG-0093-2012, la Inspectoría General le solicitó a una empresa vendedora de carros que proporcionara información con relación a si los señores A. y Z. han realizado compra vehículos en los últimos meses.

Por otra parte, en un resumen del expediente IG-0024-2013 también se menciona a los hermanos A. en el asesinato del fiscal Orlan Arturo Chávez, quien los investigaba por enriquecimiento ilícito.

Ahora se entiende porqué el juego del policía y del ladrón está en decadencia, y porque los niños optan por otra forma de entretenerse ya que la maldad de varios uniformados, que la sociedad creía que eran buenos, atemoriza.

Foto: El Heraldo

Foto: El Heraldo

Foto: El Heraldo