“De ocho meses de nacido, yo lo llevaba al estadio a tomarse fotos conmigo y ahora me toca entrenar con él. Creeme que esa es una satisfacción inmensa. La verdad que nunca imaginé que iba a tener a mi hijo de compañero”, cuenta Calolo con la felicidad propia de un padre orgulloso.
¿Es posible que papá e hijo coincidan en un campo en el fútbol profesional? En el mundo muy pocas veces se ha visto y en la Liga Nacional de Honduras es un hecho sin precedentes, pero Carlos Palacios y su retoño han roto los paradigmas y están a punto de firmar un hecho histórico: ser la primera pareja de padre e hijo en jugar juntos en la LNP.
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“Para mí tiene un significado muy grande. Yo desde chiquito hacía los cálculos para ver si podía llegar a jugar con mi papá y yo le decía: Pa, espéreme, por favor, yo quiero jugar con usted. Siempre soñé con este momento y gracias a Dios está a punto de cumplirse”, confiesa el júnior, mientras aguarda por el entrenamiento vespertino.
Ya se había retirado
Los dos comparten el mismo nombre, el mismo equipo y la misma ilusión: compartir el rectángulo de las emociones en un partido de primera.“Je, créame que va a ser algo muy lindo para mí jugar un partido oficial al lado de mi adorado hijo... tal vez ubicarlo, decirle que juegue... son detalles que ya me imagino lo emocionante que han de ser. Es muy lindo ver a mi hijo entrenando a la par mía”, dice con ansias el experimentado central y lateral zurdo.
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Después de que Calolo volviera del retiro para ascender con Victoria y de que Carlos Alberto terminara sus estudios de Ciencias y Humanidades, ambos firmaron contrato con el Jaibo y desde entonces viven una etapa mágica.
“En esa foto salgo con una sonrisota de oreja a oreja, hasta escalofríos me pegó cuando estaba firmando”, cuenta con satisfacción el joven contención sobre la satisfacción de este hecho inusual. Pero ese anhelo estuvo a punto de romperse.
“El descenso con Juticalpa me llevó a retirarme y estuve casi un año sin jugar, no quería saber nada de fútbol. Emocionalmente estaba mal, ya había puesto fin”, cuenta Calolo antes de que su heredero lo complemente: “Cuando se había retirado, yo le decía: Vuelva, Pa, vuelva, yo quiero jugar con usted. No se retire que yo siempre he soñado con ese momento”.
Si toca partirlo, lo parto
Después de varias llamadas del Jaibo, el exseleccionado finalmente dio el sí para desempolvar los tacos y lograr el ascenso con el club ceibeño.“Cuando el Chato Padilla me llamó, yo le dije: Está bien, voy a ir, y espero por lo menos jugar al lado de mi hijo para cumplir ese sueño que muchos jugadores han deseado”, reveló el jugador de 39 años. Veinte menos tiene su vástago, quien lo mira como su mejor espejo. “Quiero seguir su ejemplo”, cuenta el mediocampista. Claro, cómo no escuchar a alguien que acumula dos décadas en el fútbol profesional y que pasó por equipos como España, Marathón, Real Sociedad y hasta la Selección.
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“Tengo un recuerdo de él con el España que nunca se va a borrar... En una semifinal en el Olímpico, fuimos a verlo, mi papá agarró el balón por la banda izquierda y desde allí le hizo un golazo a Marathón que nunca se me va a olvidar”, relata el mayor de tres hermanos. Eso fue cuando tenía 14 años... hoy tiene 19 y disfruta cada entrenamiento. Eso sí, Calolo lo prepara con el rigor propio de un buen progenitor.
“Yo ya le dije que cuando es balón dividido, me puede pasar mi madre, mi padre o quien sea, no conozco a nadie. Si me toca partirlo, lo voy a partir y, si me toca llevarlo al hospital, lo llevo. Tiene que comportarse como hombre”, dispara el veterano zaguero. Esa dureza también se refleja en los consejos; “a veces le digo: ‘hoy no entrenaste como debías’ o le digo: imaginate que a mi edad yo corra más que vos, eso no puede ser”.
¿Qué consejos le da?
Los dos viven en la misma casa, viajan juntos a los entrenamientos de Sambo Creek a La Ceiba y los consejos están a la orden del día.“Siempre me dice que tengo que estar desmarcado para recibir el balón y tocar a uno o dos toques. Mi papá siempre está viendo los errores mínimos para corregirme”, comparte el júnior.
La enseñanza va más allá del campo. “Me dice que tengo que comer sanamente y que a las 9:00 o 10:00 de la noche tengo que estar ya dormido porque el futbolista depende de su cuerpo”, confiesa Carlos Alberto, quien fue integrante de la Sub 15, Sub 17 y Sub 20.
Incluso, pasó la prueba con Olimpia tras la gestión de su familia Palacios, pero el tema estudiantil lo privó de quedarse en el León. “Siempre le dije que la prioridad eran los estudios. Cuando se graduó, entonces sí lo apoyé para que jugara y aquí estamos disfrutando”, cuenta Calolo, quien se prepara para el debut de Victoria en su regreso a la A.
Será hoy (7:00 PM) en la fecha 2 y enfrente estará nada más y nada menos que el Motagua. “No podemos perder la identidad que traemos. Vamos a ser un equipo muy agresivo, no vamos a respetar a nadie. Vamos a ser atrevidos, haremos lo posible de jugarles de tú a tú a los grandes”, advirtió Calolo de cara al duelo esta noche en La Ceiba.