Tegucigalpa, Honduras
Llegó al Nacional para dar seguridad a los aficionados y se convirtió en héroe al salvar de la muerte a unos 10 niños, tras la avalancha de personas que ingresó por la fuerza para observar el partido entre Motagua y Honduras de El Progreso.
El inspector Heber Amando Ordóñez Lagos y un grupo de compañeros de la Policía se transformaron en rescatistas y ángeles de la guarda...
¿Qué se le vino a la mente al ver a los niños que estaban atrapados?
Siempre he dicho que antes de ser policía uno es un ser humano. El don de proteger nos hace estar al servicio de la comunidad para salvaguardar la vida de las personas.
¿Cuál fue su compromiso al momento en que las personas estaban atrapadas?
Mi obligación como policía fue ayudar, auxiliar y convertirme en un socorrista más... claro que me conmovió mucho mirar a los niños que estaban pidiendo apoyo y que me pedían que no los soltara.
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¿Y cómo estaban los menores cuando usted los agarró?
Ellos estaban en una situación indefensa y lo peor es que la multitud de gente seguía presionando. Pero al final Dios me dio la fuerza y la sabiduría para poder actuar en ese momento y no tener ningún temor de caerme donde estaba (una especie de caseta desde donde veía a la multitud).
¿Qué hacía con cada uno de los niños cuando los rescataba, inspector?
Se los pasaba a un policía que estaba conmigo para ponerlos en un lugar seguro.
¿Fueron complicadas las labores de rescate?
Fíjese que con un niño como de cinco años que andaba con una camisa de Motagua me tuve que balancear dos veces, creo que es con el que salgo en la foto. La cosa es que pesaba un poco y sentía que nos caíamos los dos, pero al final me pude estabilizar.
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¿En algún momento hubo otras dificultades para sacar a los menores?
En un momento le estaba pasando un niño al policía y me dijo que tenía el que le había pasado primero y eso era duro para mí porque no teníamos más apoyo.
¿Qué sintió o qué se le vino a la mente en ese preciso instante?
Sentía que me caía y pensaba que toda la turba me iba a pasar por encima junto con el niño y que podíamos morir los dos juntos.
¿Qué pasó después de ese difícil momento?
Seguí rescatando más niños que estaban en los brazos de sus padres. Un niño tenía atrapadas las piernas en medio de la avalancha de personas y logré sacarlo; mi temor era no poder sacarlo, pero Dios me dio fuerzas para seguir adelante y ponerlo en un lugar seguro.
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De los 10 niños que rescató, ¿cuál de todos fue más conmovedor?
El caso de una niña como de dos o tres años fue lo que más me conmovió porque no podía hablar, solo lloraba y me miraba... y yo que tenía un niño en mis brazos igual la miraba y el tiempo transcurría... eso era aún más conmovedor para mí.
¿Qué le decían los padres de los menores?
Ellos me decían que les ayudara, que no los dejara solos.
¿Qué pensó en ese momento de la avalancha?
Lo que pensé fue que solo Dios nos podía ayudar y con la llegada de la tanqueta fue como un ángel para que la multitud no siguiera, ya que se dispersó. Ahí ya pudimos respirar tranquilos.