Tegucigalpa, Honduras
Desde la resonancia producida en distintos medios internacionales hasta las muestras de consternación de FIFA, la avalancha humana que dejó cuatro muertos y unos 25 heridos en la final del domingo en el Estadio Nacional sigue causando eco en el mundo entero...
En lugar de hablar de la decimoquinta copa de Motagua, el luto obliga a ahondar sobre una tragedia que ha enlutado al fútbol y a cuatro familias hondureñas (fallecieron Olman Cálix, José Zúniga, Carlos Torres y Tomás García).
Más allá de resaltar el comunicado de solidaridad del ente rector del fútbol mundial o el de las promesas de determinaciones de la Liga Nacional, el meollo de la catástrofe demanda respuestas tajantes para saber ¿qué fue lo que realmente pasó? ¿Cuáles fueron las causas de la desgracia? ¿Quiénes son los responsables de la tragedia?...
Además: Así se vivió la mortal tragedia en las afueras del estadio Nacional
Hubo exceso de aficionados
Para empezar a encontrar las razones del hecho hay que partir de un evidente detonante que es confirmado por el portavoz de la Secretaría de Seguridad, Julián Hernández: “Se sobrepobló la capacidad del estadio; se sobrepasó totalmente”.
¿Pero a qué se debió el exceso de aficionados?
Hay dos puntos muy referentes: uno de ellos es la sobreventa de boletos por parte de Motagua y lo otro es la falsificación de boletería del mercado negro”, expone el subcomisionado.
Los Azules, que habían anunciado que imprimirían 32 mil tiquetes, salieron al paso el lunes con un comunicado para explicar que en Sol vendieron 22,033 de los 25 mil boletos emitidos.
Sin embargo, al sumar los 22,033 hinchas de Sol que oficializa el Ciclón, los aproximadamente 7,000 aficionados que albergan las restantes localidades (Sombra y Silla) y la entrada gratis de los niños (Sol y Sombra) sumarían unos 35,000 y se sobrepasaría el aforo de 25,200 que establece FIFA para el Nacional.
“El estadio tiene una capacidad de 30 mil, pero debe haber un 10 por ciento que no se deben vender y el domingo creo que había como 40 mil”, expone Hernández.
En 1988Olimpia se coronó campeón de Concacaf al vencer al Defence Force y la celebración dejó trágicos incidentes. La afición entró a la cancha y los festejos dejaron un muerto y ocho heridos. |
Se fue de las manos
Esa sobrepoblación de aficionados desencadenó una serie de acontecimientos que no estaban previstos por La Policía. A eso de las 3:30 PM -a media hora del juego- miles de aficionados se aglomeraron en el portón 11 y empezaron a ejercer presión para entrar a un escenario que ya estaba repleto.
“Todos los portones estaban abiertos (3, 7, 8, 9 y 11) para que la gente ingresara, pero la gente se fue al 11. En forma violenta abrieron el portón y esto generó una avalancha. Ocho policías resultaron heridos y uno en estado grave”.
Al ver el tumulto, los policías decidieron hacer uso de los gases lacrimógenos y de una tanqueta de agua.
“Eso se nos va de las manos. Si no hubiera existido la reacción de la tanqueta, estuviéramos lamentando más muertes”.
A ese arsenal de acontecimientos se sumó otro cuestionamiento: ¿Por qué jugar el partido? Mientras en abril se reprogramó un partido de Champions entre Dortmund y Monaco por un atentado sin víctimas mortales, en Honduras se determinó jugar, a pesar que habían cuatro personas sin vida.
“Esa no es nuestra responsabilidad. Pero les aseguro que si el juego se hubiera parado con esa sobrepoblación, los males hubieran sido mayores”, argumenta Hernández.
Con todos esos elementos en mano, la Secretaría de Seguridad “procedió, con acompañamiento del Ministerio Público, a nombrar una unidad para investigar esos dos aspectos: sobreventa y falsificación”.
Ahorita, las autoridades “están en recolección de evidencias” y con la obligación de determinar a los responsables de la tragedia.