Tegucigalpa, Honduras
En el catálogo de peticiones de Sebas Portigliatti para este miércoles en la noche ante Motagua, vencer es el impulso irresistible que eleva la suma de tres puntos a la categoría de obligatorio.
“Ocupamos ganar para dejar atrás esta mala racha”, dice el golero argentino de 31 años que se enfrenta a su pasado, a dos años y medio “de lindos recuerdos”...
Por las pampas la paciencia se está agotando y las últimas dos derrotas (Real España y Platense) acercaron a Selvin Baquedano, a la primera práctica de la semana.
“No es fácil lo que estamos viviendo, el presidente nos reiteró el apoyo, pero igual se mostró preocupado... hemos jugado bien, pero como pasó el torneo pasado nos cuesta liquidar los juegos. Hoy debemos volver al triunfo ante nuestra gente”, subrayó el portero de San Francisco, Argentina, formado en las divisiones menores de River Plate y que, antes de atajarles a sus antiguos amigos, le contó a EL HERALDO cómo vive su presente en Olancho.
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¿Cómo ha sido este cambio de la gran capital a una ciudad de menos de 150 mil habitantes, Sebas?
Más complicado de lo que pensé. Al llegar me encontré con una tranquilidad que no tenía en Tegus y el día a día se me fue haciendo complicado; acá es una ciudad más simple, más tranquila, más humilde, aunque yo tampoco viví siempre bien, me he tenido que acostumbrar a todo.
¿Vivís solo?
Sí. Mi mujer María Carla se quedó en Argentina porque está embarazada y vamos a tener un hijo varón en mayo.
¡Mirá, vos! Felicidades, Sebas. ¿Y ya saben cómo se va a llamar?
Gracias. Fijate que aún no decidimos, tenemos un par de nombres: Paulo o Augusto.
O sea que si vas a la final con Juti te perderías el nacimiento de tu hijo...
Es complicado. Las vueltas terminan el 6 y el nacimiento sería por ahí del 22 de mayo. Trato de no pensar mucho en eso, mejor en el partido a partido y ver después para qué nos dan los tiempos.
¿A pesar del inicio, sentís que este plantel de Juticalpa está para qué?
Sin duda tenemos que mejorar lo del Apertura, en donde hablamos mucho e hicimos poco en la cancha. Ganamos la Copa y se generó una expectativa enorme en Liga y no entramos ni a la liguilla.
¿Y en lo personal?
Quiero que el equipo sea protagonista y en lo personal estoy apostando todo a ser el portero menos batido.
¿Es especial para vos este juego de este miércoles?
No es especial. Soy un agradecido por haber vivido esa linda etapa con Motagua, pero hoy estamos en un momento complicado con Juticalpa. Trabajamos con mucho optimismo de revertir esto, por la afición, la directiva y nuestras familias.
¿Qué se extraña de la gran carpa que significa ser el portero de Motagua?
No hay duda que cuando te reconocen te entra ese gustito lindo de ser el arquero de Motagua; viví todos los momentos en Motagua, que me enseñó a exigirme al máximo... tanto que a veces sufro más de lo que disfruto.
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¿Te quedó esa espinita de no haber jugado la final contra la Real Sociedad?
Sí, pero tampoco me reprocho nada. Con toda la humildad, hasta el momento que jugué lo hice muy bien; después se escuchaba decir que yo no había levantado ninguna copa, pero...
Va más o menos por lo que dijo Pedro Atala, de que los extranjeros no se querían bajar el sueldo y no habían ganado nada, ¿no?
A Pedro lo respeto mucho, me trató muy bien y sé que es una persona que declara muy a su estilo.
En mi análisis, no fue malo mi paso por Motagua, aunque no me gustó la forma como salí, enterándome por el Facebook. Me da tristeza quedar como el villano, el pistero, cuando yo solo quería que se respetaran los valores, que vinieran de frente.
Bueno, mejor hablemos de cosas felices. ¿Cuál ha sido tu mejor momento futbolístico, Sebas?
Tengo tres: en la séptima categoría de Italia con Misano, al lado del Mar Adriático, recibiendo 500 euros al mes y de la mano de Luciano Agudo Ballestero, uno de los mejores preparadores de arqueros que tuve. Fue una experiencia espectacular.
¿Y los otros dos?
San Martín de Mendoza en 2012. Teníamos un equipo para pelear arriba y terminamos zafando del descenso en la última fecha. Le metí tantas ganas que me quedé enamorado de ese equipo. Y luego en Motagua, llegué calladito, con la prensa remarcando que venía de cuarta división y sobre todo el primer año y medio fue de lo mejor mío acá. Luego llegó el partido ante América en México (4-0) y me frustró, anímicamente me liquidó y no volví a encontrar regularidad.
¿Extrañás los clásicos ante Olimpia?
¡Y sí, claro!, son lindos. Desde que ves el fixture ya te vas imaginando esos partidos, los más importantes del torneo. ¿El que más recuerdo? El 1 a 0 con los penales de Rubilio Castillo. Ese día atajé dos o tres pelotas importantísimas antes de ese penal y la Revo empezó a corear mi nombre. Hermoso.