TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Aunque sus voces denotan la fe de aferrarse a un heroico cierre, en la atmósfera universitaria se respiran aires de tensión y en los rostros de los protagonistas se evidencia la preocupación de estar más cerca del abismo que de la salvación.
Así se viven estas horas en el interior de los Lobos. No es para menos. ¡Podrían ser sus últimos días en la Liga Nacional! Acá, en la intimidad del Lobito, las risas son una excepción y la seriedad una norma. Basta con ver una de las prácticas vespertinas de esta semana.
Carlos Róchez, uno de los primeros en llegar a la cancha de la Universidad Pedagógica, se divaga con el teléfono en la mano y contempla un futuro que parece más cerca de la tragedia que de la épica. Mientras los reservistas pulen sus dotes sobre el pasto sintético, los integrantes de la manada van llegando uno a uno.
Actos de indisciplina
”Buenas tardes”, saluda Oliver Morazán antes de detenerse a hablar con EL HERALDO: “Ahorita lo que necesitamos es ser valientes para encarar esta epata final; si vamos a morir, vamos a morir con dignidad”. Su fuerte apretón de manos quizá sea el mejor reflejo del ambiente que impera acá: nada de relajación.
El presente no da para eso. “Estamos complicados, es probablemente la última o de las últimas oportunidades para salvar la categoría. Es un momento duro, estamos creyendo que aún podemos revertir esto”, cuenta el portero Celio Valladares, quien ya vivió en carne propia un descenso con Deportes Savio y no quiere repetirlo en este 2024.
A cinco puntos del penúltimo Vida y con solo nueve unidades en disputa (tres juegos), la ecuación perfecta del sotanero pasa por ganar y esperar tropiezos de los Rojos. ¡Una fórmula compleja y hasta improbable para algunos escépticos!
”Hay que ser fuerte mentalmente porque no es fácil estar en esta posición”, afirma Jairo Róchez ya enfundado en la vestimenta de entrenamiento. En grupos de dos, tres, cuatro y más, los jugadores se juntan para charlar y suavizar la espera de cara al entrenamiento.
Entre ellos ya no están Erick Andino, Cristopher Urmeneta, Axel Gómez, Ted Bodden y Jorge Guardado. Los primeros tres quedaron fuera por actos de indisciplina y otras razones, en tanto que los últimos dos entrenan con las reservas por faltar a las reglas del club. La delicada situación no da para permitir esos exabruptos.
Verdades a la cara
”El descenso es un tema que está allí, uno no puede obviarlo y el que no piense en eso es porque no le interesa. Llego a mi casa y me pongo a pensar muchas situaciones, así como en cosas que han pasado en el grupo y que han llevado al equipo a estas circunstancias”, desliza el cancerbero Alex Güity minutos antes de la práctica.
Al otro costado del campo, en una segunda planta de un edificio, termina la prolongada plática sostenida entre el entrenador Orlando López y el vicepresidente Darío Cruz. Una vez suena el pitazo que acaba con el entrenamiento de las Reservas, la comitiva compuesta por el dirigente y el cuerpo técnico baja al verde césped para encontrarse con los jugadores.
Allí, a un lado del terreno de juego, el vicerrector Cruz toma la palabra en una reunión de verdades directas. Las miradas fijas son una patente. El dirigente habla con ahínco y los futbolistas de rostro imperturbable le escuchan con mucha atención. Nadie se despista por más que el trajín de los vehículos por el bulevar Fuerzas Armadas se dé a solo unos cuantos metros.
Ni esa bocina escandalosa de un camión es capaz de perturbar el cara a cara.”Les hablé de la resiliencia. Lo más importante es que se sientan acompañados porque las victorias son aplaudidas, pero las derrotas son huérfanas y muy pocos aceptamos la responsabilidad; la mayoría se convierte en ratas que se bajan del barco”, dispara Cruz, quien se declara un fiel creyente de los milagros. Cree en la permanencia por más cuesta arriba que parezca.
Fe puesta en la salvación
Al final del horizonte se vislumbra una pequeña luz de esperanza, pero está claro que actualmente en la UPNFM se imponen la angustia y el estrés. Si el viernes no derrota a Victoria, podría estar firmando su adiós oficial en esta antepenúltima jornada. “Mientras tengamos chances, sabemos que estamos vivos”, se abraza a la creencia el espigado Güity, el guardián titular de los pedagogos. Sí, ese mismo equipo que ascendió en 2017 y que desde entonces se convirtió en un modelo de institución deportiva en Honduras: solvente económicamente y capaz de meterse a liguillas.
Pero de pronto la pelota dio un giro de 360 grados y la realidad señala que Lobos está más cerca de Segunda que de seguir en la Liga Nacional.
”La idea es cerrar con broche de oro y salvarnos. Esa es la consigna”, lanza el adiestrador López al mirar con optimismo un camino que luce bastante espinoso. El balón dictará sentencia, pero nadie puede ocultar que hoy “Las Golondrinas” acechan el tímpano de los Lobos...