Orvin Colón (12) anhela vestir la camiseta negra y amarilla del alemán Borussia Dortmund y Wilmer López (13) la del Barcelona, mientras entrenan en el gran semillero de futbolistas hondureños, el litoral del Caribe.
Orvin entrena en una cancha de la comunidad de negros garífunas de Triunfo de la Cruz, 240 km al norte de Tegucigalpa, para tratar de convertirse en una muralla defensiva, 'aprender a salir jugando' y largar pases precisos al espacio 'sin botar el balón'.
Esta empobrecida región caribeña, dominada por pobladores de origen africano, es el mayor semillero del fútbol hondureño, pese a que la mayoría de las escuelas trabajan con las uñas. Se estima que hay unos 500.000 garífunas en Honduras, sobre una población total de 8,5 millones en el país centroamericano.
De esta zona salieron jugadores de renombre internacional como David Suazo que militó en los clubes italianos Cagliari e Inter; Maynor Figueroa del Wigan de Inglaterra, Wilson Palacios también del Wigan, Tottenham y Stock City y Julio 'Rambo' de León, el único sin descendencia africana, del Genoa Reggina y Parma de Italia.
'Son físicamente fuertes y por eso llevan ventaja, por ejemplo, frente a los salvadoreños y guatemaltecos', subraya.
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- Amor al arte -
En todas las empobrecidas comunidades a lo largo de la costa caribeña de Honduras, en los departamentos de Cortés, Atlántida y Colón, sobresalen las canchas de grama natural, donde en la tardes se reúnen desde los más pequeños hasta los veteranos a compartir la afición por el balón.
Con ropa raída y desteñida, zapatos casi de desecho y limitado número de balones, los jóvenes se entrenan bajo las órdenes de exjugadores que laboran a puro voluntariado.
'Este es un trabajo por amor al arte, no tenemos apoyo de nadie; los políticos a veces se acercan a dar un uniforme', lamenta César Colón, quien tiene a su cargo el equipo Nueva Generación, al que pertenecen Orvin y Wilmer.
Algunos de los jugadores llevan una camiseta con la leyenda en el pecho: 'Christian Santamaría diputado', la propaganda de un legislador que en el pasado jugó en el Olimpia, Millonarios de Colombia y la selección hondureña.
Los jóvenes 'tienen que combinar el fútbol con el estudio, tiene que mostrar las calificaciones que están estudiando', afirma Colón.
'Mi ejemplo es Pepe', afirma Orvin, refiriéndose al defensor portugués del Real Madrid, cuyos movimientos observa en videos con su entrenador Colón, un exdefensa del club capitalino Olimpia.
Vestido con la camiseta de Messi, Wilmer López trata de repetir jugadas de su ídolo del Barcelona.
'Messi es el mejor del mundo', afirma el joven bajo un sol tropical que arde sobre una cancha irregular, con el césped perforado en partes por lodo reseco, a 200 metros de la playa.
Junto a sus asistente, Martín Martínez, Colón organiza a los muchachos en tres grupos por edades. Martínez se aparta con los seis más grandes demarcando el terreno con conos naranja y les enseña cómo triangular en velocidad sin equivocarse.
El entrenador separa a los diez más pequeños para que se enfrenten en un cinco contra cinco y los demás practican la conducción del balón con ambas piernas y a velocidad.
Los futbolistas 'están muy por encima de sus dirigentes', afirma Chelato Uclés, lamentando que los dos últimos presidentes de la federación de fútbol, Alfredo Hawit y Rafael Callejas, están presos en Estados Unidos por el escándalo del FIFAgate, acusados de recibir sobornos para otorgar derechos de transmisión.
La federación hondureña registra 45,000 futbolistas, 1,600 de ellos profesionales, 41,000 juveniles, 1,000 entrenadores, 1,400 árbitros y 900 mujeres futbolistas.