TEGUCIGALPA, HONDURAS.-En un país como Honduras, las alegrías colectivas se producen a cuentagotas. Aquí, todo el mundo está peleado con todo el mundo.
Ya sabemos que los políticos nos han robado la ilusión. Como nación, tenemos pocos logros. Destacamos por lo malo.
Por eso, cuando se dan alegrías como las del viernes, impensadas, caídas del cielo, inesperadas, ilógicas, se disfrutan más, saben dulces.
Dormir, para qué, sorpresa, y de la buena. Quiero ver a los de ESPN atizando a su Tri, a los de La Ultima Palabra desconcertados, tratando de explicar lo inexplicable. Al doctor García, a Martinoli y a Zague, con sus ocurrencias, con sus irreverencias, pero enojados.
Y, con una sonrisa, recordar la frase célebre del Aztecazo... “Se están encuerando los hondureños”...
Pero volvamos al viernes. Mejor, más atrás. A Reinaldo Rueda Rivera le podrán ganar 20 a 0. Lo podrán insultar los chilenos, los colombianos, los ecuatorianos.
Pero, nosotros, no. O, talvez, unos pocos, porque cada quien trabaja como quiere o como puede. Lo que sí está claro es que Rueda es “made in Honduras”. Aunque con un empaque distinto. Es educado, sobrio, un caballero. Modesto y prudente en la victoria. Analítico en la derrota. Un Maestro. Con la sabiduría que dan las canas y los golpes que da la vida.
Al viernes. 17 de noviembre, a las 7:59 pm, llegamos sin expectativas. Los pesimistas, imaginando una goleada mexicana. Los resultadistas, imaginando una derrota por uno o por dos. Los más optimistas, apenas compitiendo.
Y los cerveceros, bebiendo porque íbamos a perder. O, por todo. O, por si acaso.
Pero, la vida tiene esas cosas. Y el fútbol también. Los de blanco teniendo menos la pelota, pero más punzantes, más peligrosos. Los verdes, monopolizándola, pero de este a oeste. De silla, a sol. Sin ton ni son.
Los minutos pasaban. Y el guion era otro. Menjívar, un espectador, La defensa, sin sobresaltos. La media, construía y destruía con sapiencia. Y Adelante, Palma con retazos de crack y Choco como lo es y por lo que le pagan: Un top. Corriendo, sin correr. Pensando, como Sócrates y definiendo, como Romario.
Hasta ahí, en los primeros 45, belleza. Paisaje, 1-0. Ja Ja Ja. Y a buscar qué dicen los periodistas mexicanos. Pero, como a los pobres y sufridos, el tiempo se nos va rápido, otra vez los dos equipos cuadrados y nosotros, los escépticos, a imaginar lo peor, a sufrir por lo que creíamos que iba a suceder.
Aun así, otra vez, el mismo guion. México, dueño de nada. Y Honduras, dueño de todo. Hasta que el barbón cocineó a Edson, Filtró para Harry Kane, perdón, para Róchez, y este, tal cual artista, dibujó una cocina a la salida de Malagón, y, hoy sí, a celebrar sin desenfreno...creyéndosela, sin miedo, con euforia. Un desahogo.
Y así, llegó el minuto 97. No fue un sueño, no fue un cuento, tampoco una novela de ficción.
A celebrar que es verdad, a tomarse un par, a mirar la televisión mexicana y a ilusionarse otra vez. Porque si nos ilusionamos, estamos vivos. Y, si soñamos despiertos, eureka, merecemos una alegría en medio de este mar de incertidumbre.
Aunque, los aguafiestas, nos digan que en el Azteca nos meten cinco. Aunque nos quieran destruir la alegría, esta no nos la quita nadie. Gracias, Rueda. Gracias, muchachos. Salud. Vamos, que vamos.