TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Lo que inició como un simple momento de diversión en la escuela se convirtió en su pasión a medida que fue creciendo.
Su trayectoria comenzó en el 2012 practicando volibol, pero luego inició a entrenar paralelamente baloncesto y fue en este deporte donde se quedó atrapada.
“Comencé en volibol, ese fue mi primer deporte, después inicié a jugar basketball y resultó que esa disciplina me abrió las puertas”, explicó. Mencionó también que declinó el llamado para incorporarse al representativo nacional de volibol argumentando que su fuerte es el baloncesto.
“Me llamaron para estar en la selección de volibol en Honduras, pero no acepté porque para formar parte se necesita mucha pasión y el volibol no me apasiona tanto como el baloncesto”, puntualizó.
Ankara Reichle Collier es una hondureña quien a sus 17 años de edad puede presumir dos cosas: haber sido parte de la escuadra nacional hondureña de baloncesto y los galardones conseguidos por su participación en varios campeonatos locales e internacionales.
“Desde que formé parte del baloncesto empecé a viajar, conocí a muchas personas y me ha hecho crecer como deportista”, expresó con contundencia.
Ya no figura en el equipo nacional porque sus estudios fuera del país no se lo permiten, sin embargo, ha logrado escalar: tenía todo arreglado para comenzar sus clases en una universidad de Estados Unidos en donde ya no practicaría el deporte de su amor. No obstante, su conciencia le dictaba algo: seguir buscando otra oportunidad que le permitiera fusionar su vida académica y deportiva.
“Yo siento que fue Dios. Yo iba a estar en otra universidad en donde iba a dejar el deporte. Eso presentaría una etapa muy triste para mí. Un día mandé un video de mí jugando a un correo que viyde milagro me respondieron que sí, podía estar en el centro de estudio y al mismo tiempo seguir con el deporte”, detalló. La universidad de Santa Fe College le abrió las puertas para estudiar Ingeniería General y al mismo tiempo seguir en el mundo del baloncesto
Fue así como se introdujo en las filas de la selección de ese centro académico, posicionándose como una de las referentes del conjunto deportivo.
-No solo es deporte-
Entre tanto, otras de las virtudes de Reichle Collier es el estudio. Desde su primaria ha mantenido un índice de 100 por ciento.
“Siento que Dios me dio un don porque las clases se me hacen fáciles en comparación con otras personas que le dedican un poco más de tiempo”, consideró.
En ese sentido, agregó que “siempre me gustó estar en cosas que tienen que ver con arte; estuve en bandas y participé bastante en olimpiadas de matemáticas”.
La deportista tiene una aspiración para el futuro: regresar a Honduras para enseñar todo lo que ha aprendido. “Me gustaría llevar todo lo que he aprendido aquí a Honduras para tratar de sacar adelante el baloncesto en nuestro país”.
Su trayectoria comenzó en el 2012 practicando volibol, pero luego inició a entrenar paralelamente baloncesto y fue en este deporte donde se quedó atrapada.
“Comencé en volibol, ese fue mi primer deporte, después inicié a jugar basketball y resultó que esa disciplina me abrió las puertas”, explicó. Mencionó también que declinó el llamado para incorporarse al representativo nacional de volibol argumentando que su fuerte es el baloncesto.
“Me llamaron para estar en la selección de volibol en Honduras, pero no acepté porque para formar parte se necesita mucha pasión y el volibol no me apasiona tanto como el baloncesto”, puntualizó.
Ankara Reichle Collier es una hondureña quien a sus 17 años de edad puede presumir dos cosas: haber sido parte de la escuadra nacional hondureña de baloncesto y los galardones conseguidos por su participación en varios campeonatos locales e internacionales.
“Desde que formé parte del baloncesto empecé a viajar, conocí a muchas personas y me ha hecho crecer como deportista”, expresó con contundencia.
Ya no figura en el equipo nacional porque sus estudios fuera del país no se lo permiten, sin embargo, ha logrado escalar: tenía todo arreglado para comenzar sus clases en una universidad de Estados Unidos en donde ya no practicaría el deporte de su amor. No obstante, su conciencia le dictaba algo: seguir buscando otra oportunidad que le permitiera fusionar su vida académica y deportiva.
“Yo siento que fue Dios. Yo iba a estar en otra universidad en donde iba a dejar el deporte. Eso presentaría una etapa muy triste para mí. Un día mandé un video de mí jugando a un correo que viyde milagro me respondieron que sí, podía estar en el centro de estudio y al mismo tiempo seguir con el deporte”, detalló. La universidad de Santa Fe College le abrió las puertas para estudiar Ingeniería General y al mismo tiempo seguir en el mundo del baloncesto
Fue así como se introdujo en las filas de la selección de ese centro académico, posicionándose como una de las referentes del conjunto deportivo.
-No solo es deporte-
Entre tanto, otras de las virtudes de Reichle Collier es el estudio. Desde su primaria ha mantenido un índice de 100 por ciento.
“Siento que Dios me dio un don porque las clases se me hacen fáciles en comparación con otras personas que le dedican un poco más de tiempo”, consideró.
En ese sentido, agregó que “siempre me gustó estar en cosas que tienen que ver con arte; estuve en bandas y participé bastante en olimpiadas de matemáticas”.
La deportista tiene una aspiración para el futuro: regresar a Honduras para enseñar todo lo que ha aprendido. “Me gustaría llevar todo lo que he aprendido aquí a Honduras para tratar de sacar adelante el baloncesto en nuestro país”.