TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Uno de cada tres litros de aguardiente que se consume en Honduras es falsificado.
Así lo revelan cifras de un análisis de mercado elaborado por la industria de bebidas alcohólicas.
La producción interna de aguardiente es de 1.5 millones de cajas anuales -12 litros por caja-, de los que la industria formal fabrica un millón de cajas -12 millones de litros-. Las restantes 500,000 cajas, equivalente a seis millones de litros, son producidas por fábricas establecidas de manera legal y otra parte por destilerías clandestinas.
Esas cifras son del conocimiento de las instancias gubernamentales responsables de controlar el comercio ilegal de bebidas en el país y que poco esfuerzo han realizado por frenar la evasión fiscal y por evitar daños a la salud de los consumidores.
A lo anterior se suma que el alcohol usado para la elaboración de ese aguardiente puede ser de uso industrial que se introduce de manera legal e ilegal por el occidente de Honduras.
Las marcas que más se falsifican son aquellas que tienen mayor demanda y sus precios son más altos, de acuerdo con lo expresado por un empresario dedicado a la distribución de licores en la zona sur del país.
Subrayó que las personas que se dedican a la producción ilegal de aguardiente ofrecen un producto similar en casi 90% al producto original y muchas veces los detalles que los diferencian son el tamaño del envase, el tapón y las leyendas impresas en la botella.
Evasión fiscal
Una fuente del Servicio de Administración de Rentas (SAR) explicó a EL HERALDO que el fisco pierde entre 47 y 95 millones de lempiras anuales por la falsificación de aguardientes.
Explicó que la producción de alcohol es gravada con impuesto que oscila entre 7.77 y 15.75 lempiras por litro. Agregó que un litro de “guaro” de 30 grados de alcohol paga 7.77 lempiras por concepto de impuesto de producción, 10.83 uno de 38 grados, 12.96 uno de 40 grados y 15.75 lempiras un litro de 45 grados.
Señalo que la mayor parte del alcohol falsificado que se comercializa en el país es menor a 38 grados de alcohol. Lo anterior permite a los fabricantes ofrecerlo a un menor precio que el producto autorizado por las autoridades responsables de regular la industria de las bebidas.
Un ejemplo es que el litro de una reconocida marca tiene un precio al consumidor que oscila entre 75 y 80 lempiras de 45 grados, mientras que otro falsificados de 30 grados puede costar entre 35 y 40 lempiras.
Producción ilegal
Un informe de la Agencia de Regulación Sanitaria (Arsa) indica que en sus archivos tienen registrada la operación de ocho empresas dedicadas a la producción de bebidas alcohólicas. El número puede ser mayor, aclara esa dependencia pública.
No obstante, los empresarios de ese rubro sostienen que la producción ilegal ha venido en aumento por los aumentos anuales a los impuestos de producción que se aplican a los licores. En el país cada año se ajustan los impuestos según la tasa de inflación.
Agregaron que el principal destino en el país del aguardiente falsificado es la población de clase baja, el que demanda más las presentaciones en octavos y medios.
