Miles de patos chancho acaban con los peces de la represa “El Cajón”
EL HERALDO Plus evidenció que en “El Cajón” hay una “isla de patos” arrasando con peces. 700 pescadores demandan apoyo porque se acaba su sustento: la pesca artesanal
El cormorán o pato chancho se mueve en bandadas de cientos por los 94 kilómetros cuadrados de área que tiene la represa hidroeléctrica Francisco Morazán, ubicada entre Comayagua, Cortés y Yoro.
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SANTA CRUZ DE YOJOA, HONDURAS.- Es la primera vez que visito la represa “El Cajón” -así la llamamos todos los hondureños-, aunque su verdadero nombre es central hidroeléctrica Francisco Morazán. Llegué un poco tarde, cuando la luz del sol ya empezaba a perderse por encima de la cortina de 226 metros de alto, equivalente a un edificio de 75 pisos, por eso es considerada de las más altas de Centroamérica y la quinta de Latinoamérica.
Viajé motivado por un video que vi en la popular red social TikTok, en el que el usuario @elias.montes0, a bordo de una lancha de color azul, grabó con su celular mientras navegaba por las aguas de este alucinante lago artificial -mide 94 kilómetros cuadrados- una impresionante cantidad de aves.
Sí, parecen patos. Y no son decenas, ni cientos, grabó miles de estos animales -conocidos formalmente como cormoranes- en un posteo que alcanzó una buena cantidad de visualizaciones en la plataforma.
En el video, el muchacho les echaba carrera a las aves, pero eran tantas que incluso algunas no alcanzaban a levantarse del agua, mientras relataba en palabras sencillas cómo este animal está acabando con todos las especies de peces (tilapia, boca colorada, guapote, machaca, chine y tormilón) y de paso terminando con el medio de subsistencia de unas 700 personas: la pesca artesanal.
Hablamos del cormorán, conocido como pato chancho, un ave que puede medir entre 68 y 73 centímetros y alcanza un peso de 1,500 gramos; sus plumas son de color marrón oscuro, sus ojos azul verdosos y su pico delgado en forma de gancho. Se alimentan de toda especie de peces y sus víctimas especiales son los alevines, los peces pequeños que van en crecimiento.
Antes de llegar a la represa solo tenía un dato: la persona se llamaba Elías Montes, por eso empecé a preguntar por él desde que vi el primer desvío para la hidroeléctrica. Entre tantas veces de mencionar su nombre a las personas, un par de cipotes dijeron que pasara la cortina y buscara una lancha porque él vivía en el departamento de Yoro -la represa “El Cajón” se ubica en Yoro, Cortés y Comayagua- y era lejos.
Estaba en Cortés y tenía que ir a Yoro por agua (en lancha) a las 5:00 de la tarde, un panorama bastante desalentador, pero al recordar la impresionante cantidad de patos me retomó la buena vibra y se continuó el camino con una pequeña parada en la carretera para tomar una foto con la cortina de la hidroeléctrica Francisco Morazán al fondo. La edificación es impresionante, fue construida en 1985 bajo el mandato de tres empresas, una de Italia, otra de Alemania y tercera de Suiza, con mano de obra hondureña a un precio de 775 millones de dólares.
Ya en la orilla de la represa, en un recorrido de un poco más de una hora desde el desvío de Santa Cruz de Yojoa, encontré unas lanchas estacionadas, pero ningún lanchero disponible (brindan recorridos a los turistas que llegan diariamente a disfrutar), debido a lo tarde que era todos se habían ido.
Me aconsejaron ir a la zona donde estaba el ferry a buscar a un señor llamado Mariano, quien por un buen precio era capaz de realizar el viaje hasta la casa del tictoker en el departamento de Yoro.
Tampoco estaba, pero sí había un viejito con un cipote de unos doce años que a cambio de 70 lempiras -voluntarios- se puso unas chanclas y comenzó a correr para llegar a la casa de don Mariano.
Al rato venían los dos, los intercepté y a Mariano le pregunté por los patos, a lo que respondió: “Son miles, ahí andaban en la tarde, una nube negra”. Posteriormente, le consulté por Elías Montes y me dijo: “es mi amigo, presidente de los pescadores, yo conozco la casa en La Guara, una zona de Yoro”.
Le pedí que me llevara, primero dijo que se iba a tardar dos horas en llegar e íbamos a ir con un foco de mano alumbrando en su lancha de madera por la represa a un costo de dos mil lempiras; le arrugué la cara, le ofrecí mil por llevarnos y accedió. A todo esto ya eran las 5:30 PM y había que esperar que fuera y regresara de su casa.
Al fin volvió, no traía ni un chaleco salvavidas y yo no sé nadar. “¿Tiene miedo?”, me preguntó. “Yo conozco bien estas aguas, en unos 50 minutos vamos a llegar, mire la hora”, dijo. A la mano de Dios zarpamos con destino a La Guara, en la aldea de Buena Vista, Victoria, una pequeña comunidad del departamento de Yoro en la parte baja de El Cajón.
Del recorrido en lancha ni hablar. Un motor 15 Yamaha en una lancha de madera con capacidad para cinco personas, sin chaleco salvavidas, con una vista llena de humo, porque eso si es terrible, todas las montañas a donde mirara estaban llenas de humo, incluso algunas ardiendo en fuego. Ya estaba a punto de caer la noche, entonces recé el padre nuestro varias veces porque tenía miedo.
Como si de un cronómetro se tratara, la palabra de Mariano se cumplió y a los 50 minutos de salir estábamos llegando a tierra, a la casa de Elías Montes, presidente de los pescadores de “El Cajón”.
Durante el recorrido, el señor nos relató cómo los patos “me tienen jodido, aquí ya no se saca nada, ahora sacar cinco libras es para gritar de felicidad; antes era 100, 200, 300 libras, por eso todos se fueron para los Estados Unidos, no hay peces, los patos se comen los alevines”.
Y ahí estaba en su bonita casa a la orilla del lago artificial, arreglando una moto el hombre del TikTok que hizo virales los cormoranes que se comen los alevines en la represa El Cajón.
“¿Está Elías?”, preguntó Mariano. Respondió: “Ya ratos salió y no vuelve”... yo como no lo conocía, solo pensé: “¡Qué fregada si no está!”.
Una pequeña plática para explicar el motivo de la visita y todo se armó rápido. “A nosotros nos interesa, mañana vamos a la ‘isla de los patos’, esta situación ya es insostenible, no les queremos hacer daño a los animales, pero las autoridades no han presentado interés y esta ave se reproduce por miles cada día, ya no hay peces grandes”, comentó Montes.
El muchacho explicó que, incluso, la empresa Aqua Finca Real Springs, que antes soltaba 1.2 millones de alevines al año a la represa para que crecieran, “dejó de hacerlo, porque lo hacían para que hubiera especies, apoyar la pesca artesanal, pero cayeron en razón que lo único que estaban haciendo era engordar patos, el mismo día la nube negra empezaba por zonas a terminar con miles de alevines”.
El día terminó. A la mañana siguiente después de la hospitalidad de la familia de Montes, se comenzó el viaje a la “isla de los patos”, un recorrido de un poco menos de una hora en donde se salta de Yoro a una pequeña comunidad llamada La Montañuela, que geográficamente pertenece al municipio de La Libertad, Comayagua.
En el recorrido se observó la presencia de los patos dispersa por toda la represa, en los árboles, rocas y hasta sobre las estructuras que la empresa Aqua Finca tiene para cultivar peces. “Son fuertes, por eso hay tanta seguridad de la empresa con personal armado día y noche, ya han roto jaulas con el pico y se han comido la siembra de peces”, mencionó Montes.
En medio de la conversación, al fondo se comenzó a escuchar un sonido parecido al gruñido que hacen los cerdos cuando los van a matar, mientras que en el aire se veía una inmensa cantidad de aves volando en círculos al estilo de los zopilotes en busca de animales en descomposición; estábamos llegando a la “isla de los patos” de la represa “El Cajón”.
“Los voy a bajar por acá, que es más fácil la subida y llevaré la lancha por el otro lado”, dijo Montes, antes de bajarme en un inhóspito lugar lleno de inmensas rocas. Yo iba junto al fotógrafo de EL HERALDO, Emilio Flores, y al conductor del vehículo asignado para el viaje, Carlos Ortiz.
A partir de ese momento el sonido que emitían los cormoranes neotropicales -Palhacrocorax brasilianus-, o llamados también patos chancho (por el sonido que emiten), incrementó súbitamente, así como un fétido olor a pescado.
Con cautela y par de caídas se subió la montaña, el follaje es muy poco en el suelo, los excrementos del pato y el constante vómito de alevines por parte de sus crías acabaron con toda la vegetación.
Estando en el lugar, la realidad superó la imaginación, no eran decenas, tampoco cientos, eran miles y miles de nidos de patos chancho en los árboles, emitiendo sonidos agudos, comiendo de la boca de sus madres y vomitando los alevines que no se podían tragar. Era una escena impresionante y a la vez repugnante.
Los pedazos de pescados caían del suelo, Elías Montes comenzó a recogerlos en una bolsa. “Mire, esto no lo ven las autoridades, por cada árbol hay mínimo 30 nidos con cinco patos cada uno, todo el día comen alevines, mire esta isla entera llena de nidos, ahora sume lo que se comen los patos que andan en el agua. ¿Cómo cree usted que en la represa se va encontrar peces grandes, eso jamás va pasar?”, cuestionó.
Mientras el muchacho hablaba, la camisa blanca que andaba se empezó a ensuciar de vomito y excremento de los patos chancho, a la mano cientos de huevos de color azul, fácilmente se podían agarrar, los animales no le temen al humano, no han sido cazados y tampoco tienen un depredador natural que controle su masiva reproducción.
“Cuando llegaron hace unos seis años a nadie le importó, pensamos que eran aves de paso, pero es un animal inteligente, encontró en ‘El Cajón’ alimento abundante, espacio virgen para su reproducción, ningún tipo de depredador que los amenace, entonces solo se quedaron a vivir, ahora hablamos de millones de ellos por todos lados”, lamentó Montes mientras se limpiaba el sudor de la frente.
En la cima de la montaña se avanzó y el panorama era el mismo por inmensos tramos: miles de nidos, miles de aves, miles de huevos, patos en el cielo volando, pedazos de alevines y excremento cayendo al suelo, confabulado con un sonido de chanchos a punto de morir.
Llegó el momento de bajar, se hizo un recorrido por agua para evidenciar las bandadas que se encontraron por cientos; la extensión del lago no permitía ubicar con certeza a la inmensa nube negra en el agua que sí pudo grabar el tiktoker en sus diferentes videos, pues los patos chancho se mueven a sus anchas por “El Cajón“ en busca de alimento.
Se encontraron bandadas inmensas cazando, se sumergen, son expertos en soportar bajo el agua, siguen a los alevines a la misma velocidad y al tenerlos cerca los parten con sus filosos picos, los tragan y vuelan a su isla para darle de comer a sus miles de crías.
El Instituto de Conservación Forestal (ICF) quedó en brindar una respuesta a la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus, pero al cierre de este artículo no habían pactado la entrevista.
El recorrido terminó, el pato chancho o cormorán neotropical es una realidad; están acabando con todas las especies de peces en el lago y, al terminárselas, como toda ave migratoria, probablemente va a buscar otra zona posiblemente en otro país para asaltar y quedarse mientras dure la comida o encuentren quién controle su reproducción.