SAN MIGUEL, EL SALVADOR.- “Sufrimos la extorsión; ahora, gracias a Dios, aquí ya nadie nos anda pidiendo dinero, un dólar diario nos pedían a nosotros los motoristas que somos 43 unidades las que circulamos y a los empresarios otra buena parte. Ahora estamos tranquilos, felices, no sientes que nadie te persigue”, expresó Mauricio García, conductor de un bus ejecutivo de la ruta R2, Chaparrastique-Centro-Prados, en el municipio de San Miguel, El Salvador.
La Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus viajó a los municipios salvadoreños de La Unión, San Miguel y Concepción de Oriente para constatar el cambio en la seguridad a raíz del estado de excepción decretado por el presidente Nayib Bukele, quien declaró una cacería de pandilleros a nivel nacional.
Los grafitis alusivos a las pandillas son borrados de los muros en las colonias, las personas recuperan las casas que les habían quitado y los “muchachos” buscan salir del país a como dé lugar, muchos ya están cómodos en una Honduras que no blindó su frontera en la emergencia.
Felicidad total
Recién finalizaba la misa en la Catedral Basílica Santuario Nuestra Señora de la Paz, conocida popularmente como Catedral de San Miguel, ubicada en la ciudad de San Miguel, en tierras cuscatlecas.
Decenas de personas salían de la imponente iglesia, desde el parque se puede leer en letras grandes la palabra “Bicentenario”, ubicada en la parte frontal.
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Las personas llevan sus celulares en las manos, realizan compras en el parque, platican amenamente en un ambiente de seguridad que se percibe en pocos minutos.
Sin embargo, San Miguel no siempre fue así, el cambio llegó hace apenas unas semanas cuando el presidente Nayib Bukele le decretó la guerra a las pandillas, antes de eso los transportistas y dueños de negocios pagaban extorsión y la delincuencia común hacía de las suyas en cualquier esquina.
David Enrique Álvarez, vendedor de lotería, atendió a la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus en su improvisado puesto de ventas, “están contrarrestando la delincuencia, ya no existe la presión de que lo van a asaltar, antes sí estaba esa presión, ahora los jóvenes y mayores de edad están siendo registrados para ver si no son pandilleros”.
El pensamiento de Álvarez lo comparte Francisco Fuentes, otro miguelense -gentilicio para personas de la ciudad- que ve con buenos ojos el cambio que se acentúa en la tierra que lo vio nacer.
Con sombrero en mano y vestimenta humilde, el señor relató que están más confiados, pues antes los asaltos y las extorsiones eran constantes en cualquier parte de la ciudad, no solamente en el centro, sino también en las colonias.
Argumentó que el cambio se notó más desde hace un mes que comenzó la cacería de pandilleros, ya que eran los mayores responsables de sembrar el terror en las personas.
Edwin Flores, un jovencito miguelense, también se sumó a las opiniones recopiladas por la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus.
“Antes era bastante peligroso, el cambio viene de un mes para acá, usted puede ver que ahora camina más seguridad en la calle, como joven si ando por el buen camino no me preocupa un registro, aquí lo que más molestaba eran los asaltos y han bajado”, dijo.
El muchacho agregó que el tema de los tatuajes es delicado en la ciudad, en vista que, aunque no sea precisamente vinculado a una pandilla, portar diseños en el cuerpo lo convierte en un sospechoso y será detenido por las autoridades.
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Uno de los rubros que más sufrió a las pandillas en El Salvador son los transportistas, los entrevistados alabaron la mano firme contra las maras y pandillas y el resultado es que hace un mes dejaron de pagar.
Cuidado con los tatuajes
Una vez terminado el recorrido en la ciudad de San Miguel, la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus se trasladó al municipio de La Unión, siempre en tierras salvadoreñas.
La ciudad posee un hermoso muelle que le da un toque turístico con la brisa del océano Pacífico, un ambiente bastante similar a la ciudad de San Lorenzo, en el departamento de Valle, Honduras.
Al igual que en San Miguel, la presencia militar y policial es numerosa en el parque y otras zonas comerciales, por lo que se percibe un entorno de seguridad y tranquilidad.
Durante la estadía se increpó a uno de los militares que tenía el apellido Martínez -el más común en El Salvador- sobre la forma en la que abordan a las personas que consideran sospechosas de pertenecer a grupos delictivos.
Explicó que es un trabajo al azar, aunque su misión en las zonas comerciales es librar a las personas de la delincuencia común, caminan en grupos de cinco a seis elementos entre hombres y mujeres y tienen la potestad de registrar incluso a menores de edad problemáticos.
Por recomendación de la Policía Comunitaria de la zona, la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus se trasladó a una colonia para evidenciar el cambio con la cacería de pandilleros desde hace un mes.
Lo primero a resaltar son los inmensos parches blancos en los muros de las propiedades, las personas y autoridades se han encargados de borrar cualquier registro o “placazo” que sea alusivo a una pandilla.
En el caso de las casas abandonadas se logró verificar que todavía tienen algunos símbolos, aunque la orden es demoler esos espacios que en Honduras serían sinónimos de “casas locas”, que no son más que lugares de tortura y secuestro.
Se visitó, además, la Estación Policial de la ciudad de La Unión, que está a unos minutos a pie del Parque Central.
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El oficial de turno de la unidad explicó que no podía brindar declaraciones a prensa internacional, por lo que se debía seguir los canales correspondientes.
En medio de la plática, más oficiales se sumaron y contaron escuetamente que si bien es cierto los pandilleros ahora no se marcan la piel, los tatuajes son parámetros para declarar sospechosa a una persona, no le preguntan nada, la llevan detenida y puede permanecer hasta 15 días mientras se averigua si tiene o no relación con alguna pandilla.