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Duele su partida, poeta y escritor José Adán Castelar

El poeta hondureño dejó de existir físicamente, pero sus ideales y su amor por Honduras perduran en su obra. La literatura del país se queda sin uno de sus grandes baluartes y los escritores lamentan su muerte

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25.12.2017

Tegucigalpa, Honduras
Sangra la poesía. La literatura hondureña se ha quedado desprovista de uno de sus grandes exponentes. El poeta José Adán Castelar murió la víspera de Navidad. La alegría se vio fulminada por el filo del dolor, de la pérdida, de la ausencia. Sufre su familia, sufre, una vez más, la poesía.

Dicen que los escritores solo cambian de estatus tras su partida, de mortales pasan a inmortales... Sus letras no mueren, quedan aun más vivas porque tienen que sobrellevar su propia existencia y la de quien les dio vida.

Hondo ha sido el pesar por su partida, las redes sociales se inundaron de mensajes solidarios por la muerte del escritor, tan repentina e inesperada.

Sentidas palabras fueron expresadas por sus colegas. Y es que fue un hombre humilde, nada pretencioso, que nunca se creyó juez de la literatura de otro, siempre presto a expresar palabras de ánimo a los jóvenes autores, siempre presto a reconocer el buen escribir de los demás.

Fue un poeta de oficio, hasta su último día de vida la pluma nunca descansó en su mano.

Una figura para siempre
José Adán Castelar
fue un poeta que no necesitaba presentación, su relevancia quedó grabada en Honduras y Centroamérica... y más allá.

Fue una voz permanente, el silencio no fue parte de su transitar por este mundo porque, como él mismo lo dijo: “Guardar silencio es compartir el crimen”. Y él nunca fue cómplice, y en los 80 fue una voz mordaz, sagaz e irónica ante la situación política y social de nuestro país.

Como el poeta dijo en una entrevista para EL HERALDO: “Los problemas sociales alarman al poeta y lo vuelven testigo de su época... Los problemas políticos parece que avivan la mentalidad del poeta y se vuelve un cómplice en la lucha con el pueblo por alcanzar mejores horizontes y mejores estados de vida”. Aunque también reconoció que a pesar de los problemas sociales, los poetas no olvidan la poesía amorosa y biográfica.

Honduras y el mundo fueron las páginas sobre las cuales escribió sus versos. La poesía fue su pasión, aunque también se rindió ante la brevedad del cuento. “Siempre he escrito cuentos. Pero en materia de publicación, siempre preferí a la poesía. La poesía, esa quiebraeditoriales y quiebrabolsillos personales, se conservó, en todo momento, al frente de mis deseos de salir a la calle en forma de libro, abierto a los juzgamientos de lectores y críticos”, dijo en una ocasión.

José Adán Castelar publicó más de una docena de libros, aunque escribió más de 20. Su familia se ha propuesto recopilar su obra inédita y publicarla a manera de homenaje póstumo.

“José Adán Castelar, hoy en día, es uno de los poetas más influyentes de la poesía hondureña, con una creación poética diversa en la que sobresalen obras de poesía amorosa, vivencial, plástica, reflexiva y social”, señala Linda Ordóñez, crítica literaria, en un artículo sobre el autor.

Fe en el futuro
José Adán Castelar, aun con su grandeza literaria, no se creyó ni el mejor ni el más importante, siempre supo cuál era su lugar, los demás sabían cuál era su lugar y lo asumía con humildad y los transmitía cuando animaba a las nuevas generaciones.

No fue negativo ante el panorama futuro de la literatura hondureña, decía que “por suerte para nosotros, nacen buenos poetas... Ellos son continuación nuestra”, dijo a EL HERALDO allá por 2014 cuando fue el protagonista de una entrevista en la que también invitó a los jóvenes escritores a escribir mucho porque “¡Cómo cuesta aprender a escribir! Yo tengo más de 50 años de escribir y hasta ahora comienzo a entender lo que es la poesía y cómo se escribe poesía”.

Su altura moral fue la bandera de su poesía y en su camino tuvo como baluartes la honestidad y la sinceridad, apelaba a ellas cuando les hablaba a los autores jóvenes. Para él la sinceridad en la vida y la literatura estaban en primer lugar y la elevaba a la categoría de musa.

“Lo único que le pido a los jóvenes es que sean sinceros. La sinceridad es la mejor musa que puede haber. Si el poeta es ateo, que lo diga; si es comunista, que lo diga; si es religioso, que lo diga; si es homosexual, que lo diga; si ama la sociedad, que lo diga en sus libros...”, porque la doble moral también es juzgada por el tiempo y los lectores.

Y aunque fue hace tres años que expresó estas palabras, esta entrevista también sirve para citar algo más, que en este momento es un reto para los escritores: “Nosotros en nuestra juventud también nos manifestábamos en las calles y dábamos la cara, la vida, todo con nuestras publicaciones y acciones. A ellos les digo (a los jóvenes) que continúen haciendo lo mismo, pero que -como estamos en diferente época- lo hagan con diferentes métodos”.

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Foto: El Heraldo