Tegucigalpa, Honduras
Todo estaba listo: el calendario marcaba la fecha prevista, el reloj apuntaba la hora fijada y el público estaba en el lugar indicado cuando en medio de un ambiente de nerviosismo, emoción y zozobra, un espectáculo sin precedentes en la historia de Honduras dio inicio.
La noche del martes 2 de abril se vistió de gala cuando el telón del Teatro Nacional Manuel Bonilla (TNMB) se desplegó para dar la bienvenida a Grandes Estrellas del Ballet Ruso, estelarizado por las principales figuras de las mejores escuelas de ballet del mundo, quienes viajaron al otro lado del charco para compartir la esencia de su arte.
El ballet de Bolshoi, Mariinsky y Mikhailovsky se unieron en un mismo cuerpo para evidenciar que su talento escénico, su pasión por la danza y su compromiso con el arte les conceden el privilegio de interpretar las más representativas piezas del género clásico en cualquier escenario.
“El lago de los cisnes”, “El cascanueces”, “La bella durmiente”, “Don Quijote” y algunas otras obras conocidas por muchos fueron llevadas a escena por Ekaterina Borchenko, Nika Tskhvitariia, Kirilli Zafin, Oksana Bondareva, Ivan Sitnikov, Arina Varentzeva y Alexander Volchkov; este último, estrella principal del espectáculo.
Paso a paso
Una vez iniciada la presentación, el público -deseoso por apreciar cada detalle- enfocó su atención en un acto de danza en solitario ofrecido por la bailarina Bondareva, quien a través de sus pasos y vestimenta poco convencionales en la cultura hondureña, pero seguro muy representativos del país ruso, rompió el hielo entre ambos mundos.
Ya entrando en calor, la jornada continuó por medio de la interpretación de una de las piezas más populares del ballet. “El lago de los cisnes”, encarnado por Varentzeva y Sitnikov, inundó la noche de un romanticismo clásico a través de vestuarios totalmente blancos y una conexión mágica que fluyó al compás de cada movimiento propiciado por la pareja.
Luego de un par de interpretaciones más, el telón se cerró para anunciar el intermedio y preparar al público para la segunda parte de la función, que incluiría demostraciones aún más extraordinarias que las que se habían presenciado hasta aquel entonces. En ese instante, la audiencia no pudo contenerse para comentar la satisfacción y el asombro derivado de lo que sus ojos evidenciaban.
De vuelta a escena, los ánimos volvieron a elevarse cuando “Don Quijote” fue representada por tres de los integrantes del cuerpo de baile: Borchenko, Safin y Tskhvitariia. El trío intercaló impecables movimientos tradicionales del género y manejó la armonía de la música con la de sus propios instrumentos de expresión artística.
Casi a punto de finalizar la función, Volchkov hizo su anhelada aparición junto a su compañera Borchenko, y juntos ejecutaron “El cascanueces” al más puro estilo del ballet ruso. Los saltos, giros y despliegues -tanto en el aire como en el suelo- cubrieron por completo el escenario de aquel teatro que se convirtió en testigo del mayor espectáculo de danza clásica presentado en Honduras.
Como parte de la tradición artística, los siete intérpretes se unieron en un mismo acto de cierre para despedirse y dar las gracias al público luego de casi dos horas de función en donde los aplausos y el entusiasmo se hicieron sentir de principio a fin, evidenciando que lo hecho por Grandes Estrellas del Ballet Ruso había complacido, e inclusive, superado las expectativas de cientos de personas.