No debe ser nada sencillo para un hondureño interpretar ante un público asiático a un traductor japonés que habla perfectamente el idioma, con una preparación en la lengua que no sobrepasa los tres meses.
Aunque parezca un reto difícil, esto ha sido solo uno de los muchos obstáculos que ha tenido que enfrentar el director teatral Mauricio Medina.
Quién iba a pensar que la inesperada decisión de sus padres al matricularlo en un seminario de teatro cuando tenía solamente 10 años sería el inicio de una carrera exitosa en el panorama escénico hondureño.
'Mi llegada al teatro fue una casualidad. Me matricularon en el seminario por problemas de timidez. Gracias a eso empecé a vencer el pánico escénico que me agobiaba cuando tenía que exponer', cuenta sonriente al recordar sus primeros pasos arriba de una tarima a la sección 'Muy Personal' de EL HERALDO.
Para convertirse en un director teatral reconocido por su calidad, tuvo que atravesar etapas complicadas y hasta decepcionantes.
'Se sufre en este país. En mis inicios sufrí mucho y fue complicado. Se lleva uno grandes decepciones. Tres meses montando una obra con la ilusión de tener un día lleno, para que los siguientes días uno tenga que cerrar las puertas, porque no llega gente', narra Medina al recordar esos primeros años que no le dejaron un buen sabor de boca.Fueron tantas sus malas vivencias que agradece que sus dos vástagos no se hayan inclinado por la rama artística. 'Tengo 2 hijos y agradezco que no hayan tenido en este país esa tendencia'.
Mauricio Medina considera que 'los sueños se deben seguir como parte de una realizacion personal'.
Para él tener unos padres que lo apoyen es indispensable, pero 'si a uno le gusta algo hay que conseguirlo. Si uno anhela ser un director de teatro, entonces hay que ser el mejor director de teatro de Honduras', dice satisfecho.
Según las expresiones de sus propios familiares, siempre ha sido percibido como una persona sumamente seria, pero ha sido el teatro quien le ha permitido convertirse en lo que ni siquiera él se hubiese imaginado.
Comenzó incursionando en producciones escolares y colegiales, hasta que se involucró con el grupo de Teatro Universitario Libre de Honduras (TUL). donde están guardadas sus mejores experiencias y formación. Fue ahí dónde nació lo que hace ahora.
Medina es un amante de las sensaciones y emociones, por eso cree firmemente que solo metiéndose en la piel de diversos personajes es que se puede lograr hacer reír a carcajadas a un público ávido de felicidad y buenas noticias.
Esa fue la razón, la autoexigencia y la perfección, que lo llevó a aprender japonés durante tres meses para interpretar a un traductor nipón en una obra de teatro... ¡frente a asiáticos! Nada fácil, pero una prueba superada para él.
Actualmente tiene su propia empresa de comunicaciones, llamada 'Mauricio Medina'. ¿Y por qué lleva su nombre? Porque se siente orgulloso de haber creado una marca con calidad.
'Todo lo que hago es para el público, me gusta que la gente vaya a una sala teatral a olvidarse de los problemas, a divertirse', expresó.
'En Honduras quien haga teatro tiene que estar consciente del montón de situaciones incómodas que se van a presentar. No es fácil, pero con el paso de los años uno sabe que hay un respaldo y una gran trayectoria', aconseja.