TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La desigualdad de género en las producciones hondureñas es irrefutable. “Somos minoría, menos del 10%, lastimosamente”, afirma sin dudar Laura Bermúdez, una directora desafiante que cuenta en su haber con una decena de títulos.
Su respuesta contra esa disparidad y los estereotipos ha sido la cofundación de la Colectiva de Cineastas Hondureñas, una organización que promueve la participación de las mujeres en el cine y que cuenta con el respaldo del Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM ), el Centro Cultural de España en Tegucigalpa (CCET) y el Instituto Hondureño de Cine (Ihcine).
Ella, su figura y su pujante carrera, es la cara más visible de una generación de directoras que hacen eco en el panorama internacional; todo gracias a obras libres, cercanas a sus intereses y plagadas de relatos subjetivos.
Su cortometraje “Negra soy” no solo se lanzó en más de una veintena de países , en 2018 se hizo con el Premio del Público en la sección “Afirmando los derechos de la mujer ” en el Festival de Cine Español de Málaga. Además logró figurar en la Selección Oficial en el Festival Internacional de Cine Documental de Sheffield, en Inglaterra, y Festival Internacional de Cine de Nueva Orleans.
Ese mismo año se agenció el fondo mexicano “Estímulo Gabriel García Márquez” para desarrollo de largometraje documental. Tres años después, en 2021, ganó el fondo de Ambulante y Netflix para su último largometraje documental, “Allá donde nace el sol”, que prevé su estreno en el segundo semestre del 2023.
En los dos últimos años, su currículo se ha ampliado a jurado internacional en el Festival de Cortometrajes de Cali , en el Festival de Cine Latinoamericano de La Plata y en los Premios Internacionales de Cine Documental por la Asociación Internacional de Documentalistas en Estados Unidos.
Sobre su oficio, Bermúdez —que se autodescribe como “apasionada, obstinada y perseverante”— asegura que se inclina por “seguir explorando maneras de descolonizar nuestras miradas en el cine y lograr hacer procesos creativos más colaborativos”.
Y del cine documental, su nicho, lo entiende como un relato subjetivo repleto de ficción. “El punto de partida es la realidad pero las escenas son imaginadas y construidas narrativamente junto a mis personajes. Me inclino a narrar desde el sonido y desde imágenes simbólicas”, apunta.
Su estilo se sustenta —según la realizadora— en el documental poético e híbrido, que entremezcla con pulcritud la ficción y la realidad. “Oro y miseria”, “Graciela”, “Desde el cauce” y “La serpiente de Shelmeca”, entre otros, suman a su nutrida filmografía.