MÉXICO, MÉXICO.- De día es la artística Wendy Martínez; de noche, la aguerrida Miss Gaviota. Esta mujer mexicana trans alterna los delicados oficios del estilismo y la costura con la rudeza de la lucha libre.
Vestida de púrpura reluciente y entre aplausos de los espectadores, Miss Gaviota sube al cuadrilátero de la Arena Coliseo San Ramón, en Puebla (centro), para trenzarse en duelos de golpes y llaves con sus oponentes, hombres musculosos enmascarados.
Wendy Martínez afirma ser la primera estrella trans de la lucha libre en México, un mundo donde también aprovecha su talento para confeccionarles trajes a otros combatientes y vender camisetas con su imagen.
Sin inmutarse por los asistentes que le gritan “¡puto!”, un insulto homofóbico, Martínez, de 46 años, salta al ataque.
“Es parte de” la lucha libre, dice Martínez sobre los ataques verbales y la discriminación que también ha enfrentado en las calles de Ciudad de México, donde vive, pero que le ha servido como combustible en el ring.
“Yo era muy peleonera (pendenciera), la verdad. Me peleaba con todo el mundo, a mí no me podían decir una mala palabra en la calle porque yo, ¡n’hombre!, me regresaba y era el peleadero. Y después dije, pues bueno, ¿por qué no entrenar lucha libre y así me van a pagar por pegarles?”, comenta.
La participación de personas trans en el mundo del deporte ha sido motivo de debate. En marzo pasado, la Asociación Mundial de Atletismo prohibió participar en clasificatorias mundialistas femeninas a atletas trans que hubieran pasado por la pubertad masculina.
“Estoy preparada a mil por ciento a enfrentarme con quien sea”, asegura Martínez, en la antesala de la Marcha del Orgullo que se celebrará este sábado en México.
La violencia contra la comunidad LGBTQ+ en este país se cobró la vida de al menos 87 de sus integrantes en 2022, una cifra en aumento desde hace tres años, según datos de la organización de defensa Letra S. De ese grupo, 55% eran mujeres trans.
Desquite
Durante el día, Martínez administra un pequeño salón de belleza en la planta baja del edificio donde comparte un hacinado departamento con varios familiares, a pocas cuadras del Zócalo, principal plaza pública del país.
“Aquí me hacen enojar mis clientas y arriba del ring me desquito, allá saco ese estrés”, confiesa Martínez sonriente, mientras le corta el cabello a su tía.
“Me siento tan cómoda en la arena de la lucha libre como lo estoy aquí en el salón de belleza”, añade.
En México existe un grupo de luchadores que pelean vestidos de mujer, aun sin ser parte de la comunidad LGBTQ+. Son conocidos como “Los Exóticos”.
Según cifras oficiales, al menos 5 millones de mexicanos mayores de 15 años se identifican como LGBTQ+, casi 5% de la población del país.
Para Martínez, su identidad dentro y fuera del encordado es motivo de orgullo.
“Siempre me he considerado una mujer desde que tengo uso de la razón. Tal vez papá Dios me mandó en un cuerpo equivocado, pero tengo unos pensamientos y un sentimiento de mujer que no voy a cambiar por nada del mundo”, sostiene.