Tegucigalpa, Honduras
Decía Carlos Fuentes que la muerte es esa compañera final e inevitable. Y Mario Benedetti mencionaba que la muerte es solo un síntoma de que hubo vida.
Al poeta José Adán Castelar esa compañera lo visitó en la víspera de Navidad y este martes, en medio del dolor por su partida y el consuelo por haber conocido a un ser excepcional, familiares y amigos lo despidieron en un largo y sentido homenaje en el cementerio Santa Cruz Memorial, donde finalmente descansarán solo sus restos, porque lo que hizo en su permanencia en este mundo queda para siempre en la mente y corazones de quienes le quisieron.
Un brillante sol iluminó el camino desde la Ermita de Suyapa hasta el cementerio, donde lo esperaban personas compungidas por el fallecimiento de un hombre que aún tenía mucho que darle a Honduras desde su poesía... aunque sin lugar a dudas este país le queda debiendo más al poeta.
Como un hombre inteligente, idealista, humilde, honesto, honrado, bohemio, intelectual, bondadoso, íntegro y buen padre fue definido Castelar en el acto en su honor, en el que también hubo lectura poética, cohetes y música.
Fue una celebración de la vida y las letras en medio de la consternación. Al final la poesía fue consuelo.
Sus hijos José Adán, Carlos Eduardo, Iván Elías, Martha Idalia, María Leonor, Pablo, Ana Dolores, Norma, Carlos Roberto y Hugo, y su esposa Gladys Rosales, lloran su partida.
Su compañera de vida se despidió tocando el vidrio de su féretro con la ternura con la que hubiera tocado su rostro. Pétalos de rosas rojas yacían en el sepulcro donde finalmente fue depositado el poeta, no sin antes recibir un homenaje póstumo, el primero de otros que vendrán.
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¡Adiós amigo!
El poeta Livio Ramírez recordó el vino que no pudo compartir con su amigo. “Lo invitaría a mi casa esta semana para que nos tomáramos un vino”. Al final sí lo vio, pero no para conversar, sino para despedirse.
“Nos reunimos aquí sus amigos, sus compañeros de generación, sus discípulos, quienes vieron en su obra un signo claro de identidad nacional y un testimonio de la Honduras golpeada, de la Honduras que construye cada día su destino y que nadie la podrá sacar de su ruta libertaria”, expresó Ramírez.
El escritor Galel Cárdenas dijo que la noticia de la muerte de José Adán Castelar fue una sacudida sorpresiva y destacó que el poeta, junto con Pompeyo del Valle, Roberto Sosa, Óscar Acosta, Antonio José Rivas y Rigoberto Paredes, “marcaron una estética literaria en el plano poético que puso a la nación en el mapa de la poesía universal actual”, y agregó que su pluma fue “un instrumento de gallardía patriótica, de amorosas letras que alaban el terruño nacional con pensamientos revolucionarios”.
Para Cárdenas, Castelar fue un poeta hijo de la cotidianidad, de la poesía conversacional y de la dignificación patriótica que conjugó consumida de sencillez y aporte a la interpretación de la realidad nacional.
“Como todos los creadores de poesía, fue un escritor amoroso hasta el último poro de su cuerpo”.
Martha, una de sus hijas, dio fe de la constancia de su padre, escribió hasta el último momento. Pensó y plasmó a Honduras en sus poemas, y antes de ser sepultado, ella leyó sus últimas letras, fragmentos combativos que señalaban con profundidad la actual situación de Honduras, uno de sus título es “Acto religioso en Casa Presidencial”.