BOGOTÁ, COLOMBIA.- Lina María Hurtado, quien ostentó el título de Miss Buenaventura en el reciente certamen de belleza colombiano que seleccionó a su representante para Miss Universo, compartió impactantes detalles sobre su infancia y adolescencia.
El pasado 2 de septiembre, se llevó a cabo una nueva edición de Miss Universe Colombia, un concurso de belleza que contó con la participación de Lina María Hurtado, Miss Buenaventura, quien se destacó como una de las principales favoritas.
La esbelta afrocolombiana aspiraba a que su presencia en el certamen colombiano y en el Miss Universo se convirtiera en una plataforma para empoderar a miles de mujeres del Pacífico que, desde una edad temprana, enfrentan el racismo y la autoestima afectada debido a su color de piel.
A pesar de no haberse llevado la corona, que finalmente fue otorgada a María Camila Avella Montañez, una comunicadora social casada y madre de una niña, el nombre de Lina, su belleza y su destacada participación continúan resonando en los medios de comunicación.
Desde antes de la noche de coronación, numerosas personalidades colombianas habían expresado su admiración por ella. La famosa presentadora Andrea Serna de la cadena RCN la señalaba como una posible ganadora, elogiando sus cualidades.
Sin embargo, después de la elección, al comienzo de esta semana, Hurtado compartió una conmovedora confesión acerca de su infancia.
En una entrevista con la revista Semana, la comunicadora social reveló que enfrentó momentos difíciles durante su niñez debido al acoso escolar que sufrió por parte de sus compañeros de clase, quienes se burlaban de su color de piel.
“Mis padres hicieron todo lo posible por mostrarme lo valioso que era ser una mujer negra, cuánto debía amarme y aceptarme. Pero los niños eran crueles, había acoso y me costaba aceptarme tal como era. Siempre volvía a casa del colegio con deseos de arrancarme la piel, y fue un proceso difícil”, recordó Miss Buenaventura durante la entrevista.
A pesar de que sus padres tomaron la decisión de cambiarla de colegio e incluso de mudarse de Buenaventura a Cali, las burlas hacia Lina María no disminuyeron. Ella misma relata cómo, en su adolescencia, llegaba a su hogar por las tardes y aplicaba cloro en su piel en un intento por blanquearla.
“Lo hacía a escondidas de mis padres. Lo utilizaba porque se suponía que era un blanqueador y lo blanco se consideraba bueno. Siendo una niña, en medio de lo absurdo que podía parecer, lo aplicaba y me frotaba, lo que causó daños significativos en mi piel”, concluyó sobre este episodio.
Estas revelaciones impactantes arrojan luz sobre la cruda realidad que enfrentan millones de mujeres afrodescendientes en los países de América Latina.
En su adolescencia, Lina María comenzó a luchar por marcar la diferencia: “A los 15 años, me mudé sola a Cali para estudiar en la universidad, después de haber sido una hija muy amada y cuidada. Enfrenté nuevamente una ciudad que no era amigable con las personas de piel negra. Fue entonces cuando comenzó mi activismo con diversas organizaciones”, afirmó.
“No quería inspirar a otros, sino fomentar el amor propio. Lo que la gente admiraba de mí era la confianza que transmitía. Ver a niñas afrodescendientes frente al tele”, añadió.