Hondureña en Israel: “Los misiles se escuchan retumbar en el cielo”
La catracha Dayana Vallecillo radica en la ciudad de Petah Tikva, Israel, y contó a EL HERALDO Plus cómo es vivir en medio de la guerra. Contó que tiene lista una maleta con lo esencial para correr a los refugios cuando suenan las alarmas o explota un misil
Dayana Vallecillo y su hija Layeska Michelle radican desde hace cuatro años en la ciudad de Petaj Tivka, al centro de Israel y muy cercana a Tel Aviv.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Dayana Vallecillo, licenciada en Pedagogía y originaria de Esparta, Atlántida, se fue hace cuatro años con su hija, y su entonces esposo, a vivir el sueño israelí alentada por las oportunidades que ese país brinda a los inmigrantes.
Aunque el año pasado supo por primera vez qué era estar en medio de una guerra, la iniciada el pasado sábado 7 de octubre por el movimiento islamista Hamás apostado en la Franja de Gaza, no tiene comparación.
“La situación ahora es mucho más crítica”, dijo al recordar que el año pasado, una explosión de violencia duró una semana.
Asentada en la ciudad de Petaj Tikva, ubicada a 10 kilómetros de Tel Aviv, y a unos 75 kilómetros al sur de la Franja de Gaza, Dayana contó EL HERALDO Plus que desde que Hamás atacó por sorpresa al pueblo israelí en el shabat, día sagrado y descanso para los judíos, conciliar el sueño se ha vuelto casi imposible.
Ese ataque les ha cambiado la vida, ya que no puede ir a trabajar ni salir de su residencia, pues las advertencias del Ejército Israelí son mantenerse adentro y solo salir para lo extremadamente urgente o cuando suenan las alarmas.
“El ataque fue sorpresivo, muy sangriento y violento; fue terrible. Uno está a la expectativa: si se escucha un pequeño ruido, ya creemos que es un misil o algo más. Entonces suenan las alarmas y hay que buscar un refugio y escondernos. Los misiles se escuchan retumbar en el cielo y uno debe estar escondido”, narró.
Dayana contó además que si bien, en su ciudad, Hamás no ha incursionado, por la emergencia ya tiene establecido todo un protocolo de seguridad con su hija Layeska Michelle Rodríguez Vallecillo.
“Con mi hija tenemos lista una mochila con cosas esenciales como comida enlatada, para salir corriendo. Ella sabe todas las pautas que debemos seguir para irnos a refugiar”, recalca al recordar que el día de la entrevista apenas había logrado mal dormir, unas cuatro horas.
Sobre la comunidad hondureña en Israel, tiene muchos conocidos en su ciudad y Jerusalén, y aunque no sabe a ciencia cierta cuántos connacionales viven en Israel, estima que deben ser poco más de un centenar.
“He contemplado, por esta situación, regresar de nuevo a Honduras, pero hasta eso se hace difícil en estos momentos, porque se siguen cancelando los vuelos”, añadió la hondureña, que por muchos años radicó en Puerto Cortés, donde vive mucha de su familia y en San Pedro Sula.
Aunque espera equivocarse, cree que lejos de aminorar los ataques y la confrontación, van ir en aumento. El día que conversó con EL HERALDO Plus aún no se contaban entre las víctimas connacionales hondureños, pero dos días después de la conversación, se confirmó el fallecimiento del hondureño Arik Kraunick y su esposa.
Ellos murieron junto a más de 100 personas en un mortal ataque perpetrado por el grupo Hamás en el kibbutz o comuna agrícola israelí de Be’eri, cerca de la Franja de Gaza al sur de Israel.
“Yo pienso y espero que no suceda, que se puede volver mucho más crítica la situación. Es inconcebible lo que han hecho estos terroristas, es algo que le ha dolido mucho a Israel. Ellos no se van a quedar de brazos cruzados, por ello presiento que va haber algo más grande. Dios no lo permita y no quiera que pase algo más, pero solo espero y confío en Dios que esto no termine más mal de lo que ya está”, dijo acongojada y conteniendo a ratos el aliento.
El día del estallido de la guerra, Dayana recuerda que Hamás atacó muy temprano en la mañana. “Fue a las seis de la mañana, es el único día descanso de la semana y uno está durmiendo a esa hora, y despertar con las alarmas a las 6 o 7 de la mañana, luego ver en el noticiero lo que estaba pasando era algo increíble. No lo podíamos creer”.
En Petaj Tikva, una dinámica ciudad al centro de Israel, y muy cercana a la capital Tel Aviv, las calles lucen vacías y se ven pocos autos circulando, detalló Dayana.
“Así ha estado la mayor parte del país. Aunque las Fuerzas de Defensa se han desplegado más al sur y a las zonas fronterizas y del norte, donde ha habido más ataques, nos advierten a todos que es mejor que nos quedemos en casa y que no le abramos la puerta a nadie”.
Aunque mantiene intacta su fe cristiana y no se ha convertido al judaísmo, Dayana dice que en cuatro años viviendo en Israel se adaptó rápidamente a la gente y su cultura. “La gente es muy bondadosa, es un país muy bonito, muy seguro. Cuesta adaptarse al idioma, pero se aprende”.
Destacó la diversidad de razas y culturas que conviven en Israel, un país que salvo por la guerra, es de primer mundo, cita. “Hay mucha comunidad latina, hay mucha gente de Argentina, Colombia, Perú, Ecuador y mexicanos”.
“Mi familia, mis amigos y muchos colegas pedagogos pasan al pendiente, preguntando que cómo estamos y se les agradece. Hacen que por ratos esto se nos olvide, y con la niña nos reímos, pero luego viene a la mente la tensión de en cualquier momento puede pasar algo. Se me han salido las lágrimas al ver esta situación, nunca me imaginé sinceramente pasar por algo así tan duro, y pensar en la forma en que muchas personas murieron y ver de lo que son capaces, es algo que lo tumba sicológicamente a uno”, contó.