TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Equipos multidisciplinarios viven extenuantes jornadas de trabajo para buscar casos positivos de
Covid-19, y debido a la situación de emergencia sanitaria que atraviesa el país, ni el sol ni la lluvia sirven de excusa para detenerse.
Yolany Quijada es una microbióloga de 32 años que trabaja en primera línea en el Centro de Salud de El Manchén, en la capital, pero que ahora integra la Unidad Metropolitana de Salud en el Distrito Central. En poco más de dos meses, sus pies han recorrido diferentes barrios y colonias que jamás pensó visitar, una experiencia que la ha golpeado en lo más profundo de su humanidad porque la ha colocado de frente con la enfermedad y la pobreza.
Yolany explicó a EL HERALDO que la información se ha difundido de manera correcta a través de diferentes canales, pero que personas sin conocimiento o mal intencionadas han utilizado las redes sociales para compartir mensajes falsos que generan incredulidad o confusión, lo cual expone a la población y termina afectando su trabajo.
Otra realidad que preocupa a quienes integran estas comisiones es que la gente está tomando tratamientos sin necesidad, 'creen que pueden prevenirlo haciendo unos vapores, los hemos encontrado en las casas haciéndose vapores, son muchísimas cosas, la gente se confunde realmente', aseguró.
La especialista contó que todos los días hay gente que dice que por cortesía se va a dejar tomar la muestra, pero que ellos saben que eso no existe (el coronavirus). 'Este es el costo del abandono a la educación, las personas nunca en su vida llevaron una clase de biología, entonces los virus para ellos son una absoluta novedad', lamentó Yolany.
'Vengo a la casa asoleada, cansada, como, me dispongo y ya estoy lista para dar mi clase a la hora. Termino de dar clases, me relajo un rato y me pongo a estudiar porque debo estar lista para mi clase del día siguiente y sé que no voy a tener tiempo en la mañana para estudiar. No me queda tiempo para preocuparme', cuenta entre risas a EL HERALDO.
Yolany Quijada es una microbióloga de 32 años que trabaja en primera línea en el Centro de Salud de El Manchén, en la capital, pero que ahora integra la Unidad Metropolitana de Salud en el Distrito Central. En poco más de dos meses, sus pies han recorrido diferentes barrios y colonias que jamás pensó visitar, una experiencia que la ha golpeado en lo más profundo de su humanidad porque la ha colocado de frente con la enfermedad y la pobreza.
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La profesional de la salud realiza, como ella bien lo dice, 'un trabajo de altísimo riesgo', ya que junto a sus compañeros -de quienes se siente muy orgullosa por su disposición y entrega- son los encargados de tomar pruebas PCR para su posterior análisis a personas que han tenido contacto con un paciente infectado.
Existe una línea delgada entre ellos y el virus. Aunque sus trajes, guantes y mascarillas les ayudan a protegerse, un descuido en el procedimiento podría colocarlos en los listados de nuevos infectados que diariamente divulga el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager). Por eso, Yolany explica que 'hay días realmente duros'.
'Trabajamos con gente buena, apasionada por lo que hace y por servir a la comunidad, por eso mientras no nos contagiemos, estamos bien', manifestó a EL HERALDO.
Luchando contra el virus y la desinformación
Sin embargo, el Covid-19 no es la única amenaza para estos profesionales hondureños, ya que en muchas ocasiones las personas se niegan a cooperar con su trabajo, aún conscientes que podrían ser un foco de infección para sus seres queridos.Yolany explicó a EL HERALDO que la información se ha difundido de manera correcta a través de diferentes canales, pero que personas sin conocimiento o mal intencionadas han utilizado las redes sociales para compartir mensajes falsos que generan incredulidad o confusión, lo cual expone a la población y termina afectando su trabajo.
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Esa misma desinformación ha provocado que en muchas comunidades no sean bien recibidos, poniendo en riesgo su integridad física y su dignidad.
Yolany aún recuerda cómo uno de sus compañeros se vio intimidado por un poblador. 'Una vez en un equipo que yo andaba, un licenciado en enfermería dijo que mientras hacía el cerco epidemiológico alguien le había puesto una pistola en la cabeza diciendo que solo andábamos infectando a la gente. Lo atropelló realmente... con sus palabras y con sus actos', lamentó la microbióloga.
Otra realidad que preocupa a quienes integran estas comisiones es que la gente está tomando tratamientos sin necesidad, 'creen que pueden prevenirlo haciendo unos vapores, los hemos encontrado en las casas haciéndose vapores, son muchísimas cosas, la gente se confunde realmente', aseguró.
La especialista contó que todos los días hay gente que dice que por cortesía se va a dejar tomar la muestra, pero que ellos saben que eso no existe (el coronavirus). 'Este es el costo del abandono a la educación, las personas nunca en su vida llevaron una clase de biología, entonces los virus para ellos son una absoluta novedad', lamentó Yolany.
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Por otra parte, las condiciones de pobreza y desigualdad que imperan en Honduras hacen que el virus sea difícil de controlar, ya que como lo planteó EL HERALDO con datos oficiales el pasado 8 de abril, solo 1 de cada 3 pacientes positivos recibe vigilancia médica en centros hospitalarios, el resto permanece aislado en su vivienda.
La doctora Yolany se ha convertido en una fiel testigo de esa realidad, que se vive en la capital hondureña. 'Hace dos días había 35 muestras para tomar y eran personas de una misma familia, en una misma casa. Y lo vemos todos los días, uno ve el espacio desde afuera y se imagina que ahí vive una familia de cinco integrantes, pero luego le toma la muestra a 14 personas', comentó.
Entregada al servicio de su país
La profesional de la salud trabaja todos los días por las mañanas haciendo las muestras a la población contagiada o sospechosa de Covid-19, y por las tardes se desempeña como docente de microbiología en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), donde intenta transmitirle a sus estudiantes sus conocimientos adquiridos y sus experiencias, sobre todo en medio de esta pandemia.'Vengo a la casa asoleada, cansada, como, me dispongo y ya estoy lista para dar mi clase a la hora. Termino de dar clases, me relajo un rato y me pongo a estudiar porque debo estar lista para mi clase del día siguiente y sé que no voy a tener tiempo en la mañana para estudiar. No me queda tiempo para preocuparme', cuenta entre risas a EL HERALDO.
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Ella recalca que su fuerza y ánimo para trabajar se los debe a su equipo de labores, a quienes describe como personas magníficas, pero también agradece el respaldo de su esposo, su familia, amigos y sus vecinos, quienes han sido comprensivos con su profesión y la han sostenido con sus oraciones en su difícil tarea diaria.
Y aunque reconoce que el temor a un posible contagio está latente en todas las personas que ocupan la primera línea frente al virus, ella cree firmemente en Dios y se sujeta en un fragmento de La Biblia que le infunde confianza, Filipenses 1:19: 'Porque sé que con vuestras peticiones y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación'.
Asegura que ese mismo Dios es quien les ayuda a poder tomarle pruebas a una población tensa y temerosa, 'procuramos darles palabras de ánimo, siempre haciendo nuestro trabajo, tratarlos con dignidad. Es difícil encontrar las palabras, pero creo que El Señor las da cuando las quiere dar y así confortarlos, desearles que estén bien', explicó.
Ante la pregunta '¿dejaría de hacer lo que hace por el temor a la pandemia?', Yolany responde sin pensarlo y con notable emoción en su voz asegura que su labor es cumplir una responsabilidad con su país y con su comunidad: 'me siento satisfecha de hacerlo, me encanta lo que hago y volvería a elegirlo todos los días'.VEA TAMBIÉN: VIDEO: Policía de Madrid rinde homenaje al personal médico sonando sirenas
Ella también se siente optimista porque la pandemia del Covid-19 ha hecho que la sociedad valore un poco más la labor del personal médico, a pesar de que 'siempre se ha trabajado duro, solo que hasta ahora se están dando cuenta, pero alegra'.
Sin embargo, recalca que la mejor forma de rendir homenaje a los esfuerzos que se están haciendo desde la primera línea, es que la población se comprometa con el uso del equipo de bioseguridad, que se informe, que lo haga por sí mismo y por los demás. 'Vemos en la calle a la gente con la mascarilla en la barbilla, con la mascarilla en la frente, con la nariz descubierta, en los mercados vemos gente vendiendo con las manos muy sucias, lo que significa que no se las ha lavado, hay que comenzar a hacer las cosas bien y cumplir las medidas de distanciamiento, no empezar a visitarnos', concluyó.
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